Contrato vinculante…
“¿Qué es la cosa más extraña que has tenido que hacer en casa de alguien debido a su cultura/religión?” Es la pregunta que lanzaba un usuario de Reddit y cuya respuesta, que se ha hecho tremendamente viral, nadie esperaba.
–“Recuerdo ir a casa de un amigo sueco. Mientras estaba jugando con él en su habitación su madre gritó que la cena estaba lista. Y al loro. Me dijo que esperara en su habitación mientras comían”.– Explica un usuario.
“Fui a dormir a casa de un amigo. Cuando me desperté, me dijo que bajaba durante unos minutos. Después de un cuarto de hora bajé a ver qué estaba haciendo y estaban desayunando. Me vio y me dijo que casi había acabado y que ahora subía”.
¿Compartir? ¿Qué es eso?
¿Es cierta esta costumbre de los suecos? Aunque con matices, parece ser que sí. Como explica a DAP la asturiana Raquel Machín, que lleva casi una década afincada en Suecia –y ya es, de hecho, sueca–, es una de las cosas que más les sorprendió al convivir con sus nuevos vecinos.
“En general el sueco con la comida es como decía mi abuela un husmias”, explica. “Si llevas a tu hijo a jugar una tarde a casa de alguien hay que pactar de antemano si va a quedarse a comer o no y a la hora que le vas a recoger. Si llegas tarde y has dicho que no coma, sí le mandan al rincón”.
El hilo de Reddit se ha hecho también viral en Suecia, donde no son conscientes de que sus costumbres no son muy habituales en el resto del mundo. “No entendían por qué los mediterráneos, asiáticos, africanos, árabes estaban en shock”, explica Machín.
Durante todo el día de ayer, cuando se viralizó el asunto, los suecos se volcaron en Twitter a explicar el por qué de estos hábitos, defendiendo que han sido muy pobres o que la razón principal es por respeto a la familia del niño, porque no saben si tienen alguna alergia o intolerancia. Pero lo cierto es que hay razones culturales más complejas.
“Los sureños ofrecemos comida a cualquiera y no tenemos en mente que se nos compense pero los suecos ven cualquier ofrecimiento como un contrato vinculante al que en el futuro tendrán que responder recíprocamente”, explica Machín. “Este ofrecimiento y aceptación implica el principio de una relación, y si todavía no tienen claro que quieren una relación contigo (de cualquier tipo), les pones en un compromiso y les resulta súper violento aceptar”.
Una vez van entendiendo que tus costumbres son distintas, explica Machín, se adaptan como pueden: “En el momento que les parece bien tenerte alrededor vaya que si comen jamón y beben vino que les ofreces. Y te traen regalos y te ofrecen sus mierda de waffles y salchichas (aunque con mesura)”.
Otro asunto que al parecer no conciben en Suecia es que la gente lleve comida para compartir. Y menos aún que esto se haga en restaurantes.
“Me ha pasado de llevar tortillas o empanada a picnics, ofrecer y que me mirasen raro”, explica Machín. “También he ido a barbacoas pensando que las salchichas eran comunales y pillar una y tener crisis diplomática. He visto a suecas comerse una tapa de pimientos de padrón, que aquí son populares, ellas solas, sin compartir, metiéndose un pimiento detrás de otro”.
“El rollo de ofrecer comida e insistir e insistir e insistir (asturias inside, imaginad mi extrañeza) se percibe como cuando vas al bazar y te intentan meter a la fuerza dentro”, prosigue Machín. “O sea: primitivo y por descontado «inferior”.
Con el tiempo, no obstante, la rigidez sueca se va minando. “Hay una tendencia también entre los ‘modernos’ de adoptar maneras más sureñas en cuanto a protocolo: compartir comida y etc”, concluye Machín. “Porque se ve como algo cool. Gracias Barcelona y Donosti por haber hecho esta imagen posible”.
ACTUALIZACIÓN:
“Acabo de venir de buscar a mis nenes que habían ido a jugar a casa de un compi y confirmo que les han dado comida”, explica Raquel Machín, la asturiana afincada en sueca con la que hablamos para ilustrar nuestro anterior artículos obre el asunto y que, suponemos, no tiene miedo de ser descubierta en su país de acogida.
“La madre estaba súper nerviosa y recalcó varias veces que les ofreció lo mismo y que hubo cosas que no quisieron probar”, explica. “Y yo: pos claro, mujer, chill, todo ok. Les hemos creado un trauma a los suecos y ahora están intentando muy fuerte hacer la cosa de ofrecer comida bien y naturalmente. Pubritines, se lo han tomado muy a pecho”.
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