Indomable…

El plató de Saturday Night Live se quedó helado. Nadie aplaudió. El realizador retiró el cartel de aplausos. En sus palabras, ese día, el estudio «se quedó sin aire». El sábado 3 de octubre de 1992, Sinéad O’Connor hizo pedazos una fotografía del Papa Juan Pablo II delante de la cámara del programa más visto en Estados Unidos, y protagonizó una escena que el mundo no ha podido olvidar. Aún vista a día de hoy, su visceral interpretación de ‘War’ de Bob Marley, y ese final en el que canta la palabra «malvado» mientras destripa una foto del Papa y desafía a “combatir el verdadero enemigo”, la Iglesia Católica, por su encubrimiento de casos de pederastia dentro de la institución, ponen los pelos de punta.

Sinéad, que en ese momento contaba 26 años, no tenía prevista exactamente su polémica actuación aunque es difícil pensar que no le rondara por la cabeza. Ya casi nadie recuerda que la cantante irlandesa se encontraba en Saturday Night Live para presentar su disco de versiones, ‘Am I Not Your Girl?’, y que antes de romper la famosa foto, cantó una primera canción, ‘Success Has Made a Failure of Our Home’. Su segunda aparición se iba a componer de una interpretación de ‘Scarlett Ribbons’, pero el día antes, Sinéad optó por ‘War’, una canción que ni siquiera formaba parte del disco.

Los realizadores de Saturday Night Live pensaban que Sinéad preparaba una segunda actuación donde iba a denunciar la guerra de de Bosnia, y durante los ensayos se la vio sosteniendo una fotografía que precisamente retrataba a un niño bosnio. Pero la irlandesa no iba a dejar pasar la oportunidad de denunciar la crisis de los abusos sexuales en la iglesia desde la mayor plataforma que se le había concedido, y cuando llegó el momento de sacar la foto, lo que vio el público fue una instantánea del Papa, después rota en varios pedazos. Cuando la intérprete volvió al backstage se encontró con que todo el mundo se había esfumado, incluido su mánager.

El programa recibió cerca de 5.000 llamadas esa noche, solo 7 de las cuales apoyaron la acción de Sinéad. La mayoría condenaron su atrevimiento, y la reprobación llegó a las calles. En el centro de Nueva York se celebró una destrucción masiva de CDs de O’Connor: alguien pasó una apisonadora industrial por encima de una montaña de discos de la cantante.

Como suele ocurrir en Saturday Night Live, la artista invitada volvió a aparecer en el programa al final, en el segmento de despedidas y agradecimientos. Robbins dio las gracias a su pareja de entonces, Susan Sarandon, por haber acudido al programa (por cierto, el día de su cumpleaños) pero pasó de dar las gracias a Sinéad, quien le acompañaba en el escenario. Es digno de mención que, a día de hoy, el canal de Youtube de Saturday Night Live sigue sin publicar oficialmente la polémica actuación de Sinéad en su canal.

 

13 días después, Sinéad apareció en un concierto tributo a Bob Dylan celebrado en el Madison Square Garden. La artista fue abucheada por el público y, después de un fallido intento por cantar la canción que había preparado, improvisó una interpretación de ‘War’ más apasionada aún que la vista días atrás. Al terminar, se echó a llorar en brazos del cantautor Kris Kristofferson, que la había presentado en el escenario. Le dijo, al oído, que no hiciera «caso a esos bastardos».

Comercialmente, la carrera de Sinéad nunca se ha recuperado, pero ella no cree que la arruinase en absoluto. Según ella fue el número 1 de ‘Nothing Compares 2 U’ el que «descarriló mi carrera, y lo que la encarriló fue el momento en que rompí en pedazos esa foto». En ‘Rememberings’, su libro de memorias, lo deja aún más claro: «todo el mundo quiere una estrella de pop, pero yo soy una cantante de protesta. Tenía cosas dentro de mi pecho que debía sacar. No tenía ningún interés en la fama».

Cuando, en 2008, la Iglesia empezó a pedir perdón por los casos de pederastia encubiertos, la actuación de Sineád empezó a ser vista de otra manera. En el documental ‘Nothing Compares’, estrenado estos días, se sigue reivindicando su figura como «activista por los derechos humanos y la salud mental y como feminista y persona no binaria» completamente adelantada a su tiempo. Ella sí cambió el mundo, aunque tantos no lo vieran entonces.

Fuentes:

Relatividad sin fórmulas – Dilatación del tiempo…

Después de hablar de la situación de la física del movimiento y las ondas a principios del siglo XX y de los postulados de Einstein, en esta tercera entrada de la serie Relatividad sin fórmulas empezaremos a extraer conclusiones de los postulados. Si no has leído los artículos anteriores de la serie, te recomiendo encarecidamente que lo hagas o éste (y los posteriores) pueden resultarte incomprensibles. Además, no vamos a repetir las advertencias acerca del contenido de esta serie aquí – lee los artículos anteriores para saber qué esperar y qué no esperar de esta serie de entradas.

Hoy vamos a centrarnos en una consecuencia inmediata de los postulados de Einstein: lo que suele llamarse_ “dilatación del tiempo”_. Para ello, vamos a realizar un experimento mental en el que, por supuesto, van a participar Ana y Alberto, nuestros “observadores relativistas” ficticios.

Supongamos que Ana y Alberto se encuentran en el vacío del espacio, lejos de cualquier otro objeto, y que se mueven uno respecto al otro a velocidad constante. De acuerdo con los postulados que enunciamos en la entrada anterior, no tiene sentido preguntar si el que se mueve es Alberto y Ana está parada o es al revés. Simplemente, se mueven uno respecto al otro.

Por cierto, ten en cuenta una cosa: en la realidad, muchos sistemas de referencia no son inerciales (no se mueven a velocidad constante o están en reposo), de modo que sí se sabe quién se mueve. Si, por ejemplo, Ana empieza a acelerar hasta que se mueve a determinada velocidad respecto a Alberto, que nunca ha acelerado, lo que decimos sería cierto, pero entonces los dos sabrían que el que “tiene razón” es Alberto, pues es Ana la que ha empezado a moverse. El “no saber quién se mueve y quién no” sólo sirve si los dos sistemas son inerciales.

Lo que vamos a demostrar con este experimento mental es que, si aceptamos los dos postulados de Einstein, inevitable y lógicamente se deduce que Ana y Alberto no miden el tiempo igual.

En nuestro experimento, Ana tiene un reloj que funciona de la siguiente manera: consta de dos espejos paralelos separados una distancia determinada, y un rayo de luz que rebota de espejo en espejo indefinidamente. Cada vez que el rayo rebota en un espejo es un “tic” del reloj. Esto es lo que hace el reloj en el sistema de referencia de Ana:

Y puesto que la luz va a 300.000 km/s y la distancia entre los espejos es fija, todos los “tics” tardan el mismo tiempo. Pongamos que el rayo de luz recorre el espacio entre los espejos en 1 segundo. Entonces, los “tics” del reloj se repiten cada segundo.

Pero ahora fijémonos en lo que observa Alberto en su sistema de referencia. Para él, Ana se está moviendo. Supongamos que Alberto observa lo que le ocurre a Ana cuando ésta pasa justo delante de él, de modo que él la ve moverse “de izquierda a derecha”. Lo que ve Alberto que hace el rayo de luz en el reloj no es lo mismo que ve Ana, pues los espejos se mueven. Alberto ve esto:

Y aquí está el núcleo del asunto – si entiendes lo que voy a decir, entiendes lo básico de la Teoría de la Relatividad Especial. Alberto ve que el rayo de luz recorre una distancia más grande que la que separa los espejos. Con lo cual sólo hay dos posibilidades: o el rayo viaja más rápido, o tarda más tiempo. Pero el rayo no puede ir más rápido: el segundo postulado dice que siempre va exactamente a 300.000 km/s….de modo que es inevitable: el rayo tarda más en ir de espejo a espejo.

Piensa sobre las consecuencias de este hecho: si el rayo tarda más en rebotar de espejo a espejo, en el sistema de referencia de Alberto, el reloj de Ana no hace “tic” cada segundo: va más lento.

Pero no es sólo el reloj – el reloj mide el tiempo…el tiempo de Ana, visto desde Alberto, está yendo más despacio: se “dilata”. Puedes pensar que otros relojes que no utilizasen la luz siguieran al mismo ritmo de antes, pero entonces, ¿habría cosas que Alberto vería moverse a velocidad normal y otras no? Si, por ejemplo, Alberto y Ana se ponen de acuerdo para que Ana toque su nariz cada vez que el reloj hace “tic”, ¿vería Alberto a Ana tocarse la nariz sin que el reloj hiciera “tic”?

Puedes verlo de otra manera: las interacciones entre las partículas que constituyen a Ana se producen a la velocidad de la luz. Si el tiempo del reloj va más lento porque la luz debe recorrer más distancia, lo mismo ocurre con todas las demás interacciones que se producen, es decir, no sólo el reloj, sino todo lo demás va más lento, incluída Ana y, por ejemplo, los latidos de su corazón.

Por supuesto, si Alberto tuviera un reloj igual que hace “tic” cada segundo en su sistema de referencia, Ana observaría que el reloj de Alberto hace “tic” más lento…y Alberto observaría que es el de Ana el que va más lento. ¿Quién tiene razón? Los dos…cada uno en su propio sistema de referencia. Como hemos dicho antes, si en un momento dado están quietos el uno respecto al otro y uno de ellos empieza a acelerar, el problema ya no es “simétrico”.

Aunque no vamos a utilizar fórmulas, es fácil entender que, cuanto más rápido se mueva el otro sistema, más lento te parece a ti que pasa el tiempo para él, porque más distancia recorrería el rayo dentro del reloj. De hecho, piensa en el caso extremo: si Ana se estuviera moviendo a la velocidad de la luz….¡el rayo del reloj nunca jamás podría alcanzar la otra pared! La pared se estaría moviendo a la misma velocidad que el rayo, de modo que el “tic” no se produciría jamás.

Si ocurriera esto, Alberto vería a Ana “congelada” en el tiempo: su corazón no latiría, el reloj no mediría el paso de un solo segundo….el tiempo se habría parado, para Ana, vista desde el sistema de referencia de Alberto. Esto es lo que le pasa a los fotones (las partículas que componen las radiaciones electromagnéticas como la luz): como se mueven a 300.000 km/s, vistas desde nuestro sistema de referencia no cambian jamás…el tiempo no pasa para ellos.

Pero al tiempo le suceden más cosas raras debido a la relatividad…por ejemplo, las cosas que suceden a la vez en un sistema de referencia pueden no ser simultáneas en otros. Este aspecto será el que exploremos en la siguiente entrega de esta serie, Relatividad de la Simultaneidad.

Fuente: https://eltamiz.com

Galope de Gish…

El Gish gallop (galope de Gish) o ametralladora de falacias es una técnica de debate que se centra en abrumar al oponente con el mayor número de argumentos posible, sin tener en cuenta la exactitud o solidez de los mismos.

Durante el Gish gallop, un debatiente se enfrenta a su oponente con una rápida sucesión de argumentos engañosos, medias verdades y tergiversaciones en un corto espacio de tiempo, lo que hace imposible que el oponente pueda refutarlo todo en un solo turno de un debate formal. En la práctica, cada punto planteado por el «galopante de Gish» exige considerablemente más tiempo para ser refutado o verificado que para ser enunciado.​ La técnica hace perder tiempo al oponente y puede poner en duda su capacidad de debate ante un público que no esté familiarizado con la técnica, especialmente si no hay una verificación independiente de los hechos o si el público tiene un conocimiento limitado de los temas.

En general, es más difícil utilizar la técnica del Gish gallop en un debate estructurado que en un debate libre Si un debatiente está familiarizado con un oponente que se sabe que utiliza el Gish gallop, la técnica puede ser contrarrestada previniendo y refutando los argumentos comúnmente usados por el oponente primero, antes de que el oponente tenga la oportunidad de lanzarse al galope de Gish.

Fuente: https://es.wikipedia.org

Luces y sombras…

 

En esta bella marina nocturna, el paisajista francés Claude-Joseph Vernet (1714-1789) retrató como nadie el aspecto que adoptan las nubes a la luz de la Luna, dejándose entrever también algunas estrellas en los huecos que quedan entre ellas. A pesar de que la escena se desarrolla por la noche, el cuadro es luminoso, fruto, sin duda, de la influencia que Vernet recibió de las obras de Claudio de Lorena (1600-1682), durante su estancia en Roma. Allí se forjó como pintor de paisajes y marinas, alcanzando gracias a ello un gran reconocimiento internacional. Entre sus clientes no faltaron influyentes personajes de la época, como Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V. Tras pasar casi dos décadas en Roma, al poco de regresar a Francia, en 1753, recibió el encargo de Luis XV de pintar una quincena de cuadros con los principales puertos franceses; una de las especialidades de la casa.

En esta escena de la costa mediterránea, al fondo del cuadro, entre brumas, en la parte del mar más iluminada, se intuye la presencia de un puerto, gracias a las arboladuras de los barcos. Los contrastes de luz en el lienzo son motivo de admiración. Hasta tres fuentes de luz –la Luna, la lumbre de la parte izquierda y la fogata de la derecha– incluye este artista barroco en el cuadro, lo que permite apreciar un sinfín de interesantes detalles. La luz de luna perfila los contornos de las nubes, generando a su vez una brillante aureola alrededor del astro. Gracias a esa luz plateada, comprobamos también cómo la superficie del mar presenta un pequeño oleaje.

Fuentes: