Economía de la amistad…
La amistad responde a la «fórmula 11-3-6″. Es decir, que necesitas un mínimo de 11 citas de al menos tres horas de duración en un periodo de seis meses para “convertir a un conocido en un verdadero amigo”. La amistad, concebida en esos términos, vendría a ser un proceso de producción industrial cuyos ingredientes serían “afinidad más voluntad más tiempo”.
El problema, en opinión de Nayeem, es que “las amistades se obtienen con relativa facilidad, pero luego hay que invertir mucho tiempo y esfuerzo en conservarlas”. Según el matemático italiano Vilfredo Pareto, en la mayoría de los procesos, el 20% de las causas produce el 80% de los resultados. Traducido a la amistad, según Juran, el 20% de tus amigos es el que acabará produciendo el 80% de las interacciones sociales enriquecedoras y satisfactorias. Así que, si no dispones de tiempo para cultivar a conciencia tu relación con todos ellos, identifica a esos uno de cada cinco que marcan la diferencia y céntrate en ellos. Al resto se les podría negligir o desechar sin remordimiento. Sencillamente, no contribuyen con réditos significativos a la economía de la amistad.
Sostener los sentimientos a lo largo del tiempo es un reto muy exigente, y eso explica que muchas amistades vayan quedando atrás en cuanto entras en la mediana edad, la época en que por fin comprendes que, como decía Gil de Biedma, la vida va en serio, o sea, que es mucho más efímera de lo que parecía”. Añorar esas conexiones íntimas basadas en “la afinidad, la complicidad y la pureza de intenciones” y sentir un cierto duelo por su pérdida forma parte del proceso vital.
Por desgracia, este carácter corpóreo y “táctil” de la amistad, tal y como veníamos entendiéndola, resulta poco compatible con los estilos de vida a los que nos hemos ido acostumbrando (él habla de “trenes, hipotecas, lavavajillas y dibujos animados”) y hace que nos acabemos conformando con lo otro, con el sucedáneo: “Hasta que llega el día en que un encuestador te pregunta a quemarropa cuántos amigos tienes y tú, en un acto de introspección fría, acabas reconociendo que muy pocos, solo los que no se han ido quedando por el camino y han conseguido atravesar, entre otros obstáculos, el desierto de la virtualidad”.
Fuente: https://elpais.com
Comentamos sobre…