26M…

“En el supuesto de que hoy en día se tuviera que inventar un modo de conocer la voluntad popular, ¿se consideraría buena idea que la gente acudiera cada cuatro o cinco años con un papelito en la mano a una oficina electoral donde, en la penumbra de una cabina, marcaría con una cruz no una idea, sino nombres de una lista sobre la cual durante meses habría oído toda suerte de comentarios proferidos desde un entorno comercial que se nutre precisamente de la agitación? ¿Nos atreveríamos a llamar a ese ritual extraño y arcaico ‘la fiesta de la democracia‘?

Fuente: www.elconfidencial.com

Política sueca…

El día a día de los diputados suecos del nuevo Parlamento, elegido en septiembre, estará impregnado de la austeridad habitual en ese país: despachos de siete metros cuadrados, apartamentos pequeños para funcionarios y límites estrictos a la hora de usar el dinero de los contribuyentes en el ejercicio de la actividad parlamentaria.

Los diputados suecos no disfrutan de beneficios adicionales como los que tienen los parlamentarios de otros países, como presupuesto para fletar aviones, ayuda para el alquiler, dietas, contratación de asesores particulares, ayuda para gastos médicos, guardería pagada para los hijos y fondos para la divulgación del mandato, entre otras cosas.

Además, en Suecia la inmunidad parlamentaria es un concepto que no existe.

«Somos ciudadanos comunes«, cuenta a BBC News Brasil el diputado Per-Arne Håkansson, del Partido Socialdemócrata, en su despacho del Parlamento sueco.

«No tiene sentido conceder privilegios especiales a los parlamentarios, porque nuestra tarea es representar a los ciudadanos y conocer la realidad en la que viven. Representar a los ciudadanos es un privilegio en sí, ya que tenemos la oportunidad de influir en el rumbo del país», añade Håkansson.

A cada inicio de mandato, los 349 diputados suecos reciben -igual que el presidente del Parlamento- una tarjeta anual para utilizar el transporte público. Y también un amplio código de ética que va acompañado de información sobre el restringido uso de los fondos públicos y las normas de conducta para la actividad parlamentaria.

Los carros oficiales son pocos, y tienen uso limitado. El Parlamento posee solo tres vehículos, del modelo Volvo S80. Esta flota solo está a disposición del presidente del Parlamento y sus tres vicepresidentes para actos oficiales.

«No es un servicio de taxi», explica René Poedtke, del sector administrativo del Parlamento. «Los carros no sirven para llevarlos a casa o al trabajo».

En Suecia, el único político que tiene derecho a carro de forma permanente es el primer ministro. El carro pertenece a la flota de la policía secreta sueca, la Säpo (Säkerhetspolisen). Los ministros pueden pedir vehículos «cuando tengan fuertes razones para necesitarlo», según dice un asesor del gobierno. Continue reading «Política sueca…»

El Rincón del Vago…

Primavera de 1999. En un instituto del norte de Madrid, un profesor de Literatura está devolviendo los comentarios de texto de El Quijote corregidos. Cuando llega a Juan, el peor alumno de la clase, le hace levantarse: «Muy buen trabajo, Juan. Enhorabuena. Yo esperaba que no presentases nada, como siempre, pero se nota que esta obra te ha interesado y que la has comprendido mejor que nadie en esta clase», le dijo.

Aquel profesor quiso ver en Juan un genio de las letras inadaptado, pero el resto de la clase sabíamos que Juan no había leído el libro. Ni ese, ni ningún otro.

Lo que sí había hecho Juan es encontrar una brecha en el sistema que nos enseñó pocos días después, en la sala de informática del instituto. «¿Veis? Hay cuatro trabajos de ‘El Jarama’ de Ferlosio. Los descargamos, les ponemos nuestros nombres, los imprimimos y presentamos uno cada uno. No se lo digáis a nadie más, porque si los entregamos repetidos, nos pillan», nos dijo.

A la semana siguiente el profesor nos devolvió los comentarios de ‘El Jarama’. Estaba desconcertado. En plena clase denunció que, de los cuarenta trabajos presentados, al menos treinta eran el mismo con pequeñas o ninguna modificación más allá del nombre del autor.

«De aquí no se va nadie hasta que me digáis quiénes son los cuatro a los que todos habéis copiado», nos dijo. Aquel profesor, ya cercano a la jubilación, temía que estuviésemos coaccionando a compañeros para que nos dejasen copiar su trabajo, y tardamos una hora en hacerle comprender que, en esa nebulosa que era internet a finales de los 90, alguien estaba compartiendo trabajos sin pedir nada a cambio.

«Se llama El Rincón del Vago», le dijimos.

Al día siguiente todo el instituto estaba imprimiendo documentos de El Rincón del Vago y nada volvió a ser lo mismo. Cualquier trabajo quedó bajo la sospecha del plagio y se desató una paranoia académica que los profesores no supieron afrontar: algunos hicieron la vista gorda, otros dejaron de pedir trabajos y unos pocos se vieron obligados a cotejar cada documento con las bases de datos del portal, tratando de detectar párrafos duplicados al tiempo que los estudiantes íbamos sofisticando los métodos para engañarlos. Reescrituras, mezclas de párrafos de distintos comentarios de textos, cambios en la estructura, distintas portadas… hay tantas formas de camuflar un trabajo descargado que los profesores nunca más han podido saber cuándo les dan gato por liebre.

Fuente: www.elconfidencial.com

Rituales funerarios…

 Los ritos más antiguos que se conocen sobre costumbres funerarias se hallan en el Paleolítico (285 millones de años hasta los 127) Se cree que este es el instante histórico en el cual tomamos consciencia de la importancia de la muerte. Reflejo de ello es el trato especial del cuerpo.

En el periodo del Neolítico se encuentra evidencia de sepulturas grupales e individuales, muchas de ellas con ofrendas. Es en este momento donde se empieza a manifestar un ritual. En éstas comunidades, todos los rituales relacionados con el advenimiento de la muerte son de índole religiosa, ideológica o cultural.

Algunas expresiones son constantes entre las distintas celebraciones. Las ofrendas, por ejemplo, siempre forman parte del ritual, al igual que las oraciones, los cantos, las visitas a los panteones y la ornamentación de los sepulcros.

Varios pueblos le dan una importancia relevante al alimento hecho para los difuntos, y algunas otras acostumbran compartirlo como parte de las tradiciones. En otras culturas se confeccionan disfraces y máscaras, se organizan bailes y desfiles con música y puestas en escena de óperas.

No todas estas festividades se rigen por los mismos patrones. Algunas dependen de los ciclos lunares, otras del tiempo de la cosecha y algunas más están asociadas al año nuevo. Sin embargo, sin importar el nombre del festejo o la variedad de significados asociados a éste, el objetivo es el mismo: dar la bienvenida a los muertos entre nosotros los vivos.

No todos entendemos la muerte de la misma forma.

Ahora es necesario hablar de algunas expresiones catalogadas como extrañas dentro del festejo a nuestros muertos:

En el Tíbet, ofrecen el cuerpo de los recién fallecidos como comida para los buitres. Este ritual se denomina entierro en las nubes o entierro aéreo.

En Ghana, es tradición que la familia haga un ataúd que refleje el oficio del difunto.

En Madagascar se celebra el Famadihana cada siete años. En este ritual se exhuman los restos de algún familiar, se renueva la tela en la que vienen envueltos y se baila con ellos antes de ser depositados nuevamente en la tumba.

El pueblo Yanomami del Amazonas se come las cenizas de sus muertos en una especie de sopa con plátano.

En Papúa Nueva Guinea vive la etnia Dani. Cuando alguien muere, a las mujeres y niños de la familia se les corta parte de algún dedo de la mano como muestra de dolor. El encargado de llevar a cabo la amputación es un sacerdote, que también decidirá, en función de la reacción de la mujer o niño/a, si se corta sólo un dedo o más. Si la persona muestra resistencia, pueden ser varios. Luego estos dedos son atados a un collar elaborado con cabellos y éste se coloca alrededor del cuello del difunto antes de enterrarlo. También, cada 10 años ellos sacan a los muertos de sus sepulturas y los llevan a sus casas durante 30 días. Son cadáveres que se conservan muy bien por la tierra, que es muy especial, por lo que no tienen olor. Los sientan a la mesa y les hablan como si estuvieran vivos.

Fuentes: