Ignominia…

Pocos sentimientos son tan incómodos como la vergüenza. Todos la hemos sentido alguna vez y la verdad que es difícil entender en qué podría beneficiarnos. ¿Pero es tan mala como parece o podría sernos útil bajo ciertas circunstancias?

Realmente es difícil de entender si lo pensamos fríamente, para qué puede servir la vergüenza. Sabemos que el miedo nos permite no cometer riesgos innecesarios que podrían acabar con nuestra vida, pero ¿la vergüenza? ¿Por qué no nos podemos librar de ese sentimiento?¿No podríamos nacer todos ya sin ese miedo al juicio de los demás?

Útil y fundamental

Daniel Sznycer investigador del Centro de Psicología Evolutiva de la Universidad de Montreal, realizó un interesantísimo experimento para intentar resolver estas dudas. Sus resultados indicaron que la vergüenza no sólo es útil, sino que es fundamental para nuestra supervivencia y para prosperar en un grupo. Por muy raro que pueda parecer, según el estudio la principal función de la vergüenza sería la de evitar que seamos excesivamente egoístas.

La vergüenza en las pequeñas comunidades

Los investigadores entrevistaron a 899 personas que vivían en 15 pequeñas comunidades  de diferentes partes del mundo.

Estas “sociedades a pequeña escala” incluían personas de diferentes nacionalidades, lenguas, culturas y religiones como los Andes (Ecuador), regiones remotas de Siberia (Rusia) o las islas  Mauricio.

Se presentaba a los participantes 12 situaciones hipotéticas en las que debían responder cuánta vergüenza debería sentir la persona implicada. Estas situaciones podían hacer referencia tanto a aspectos físicos o a comportamientos como robar a un compañero o ser demasiado perezoso.

También un grupo debía indicar en una escala, qué tan negativamente juzgarían a una persona que tiene esas características o comportamientos, mientras que  otro grupo debía responder cuánta vergüenza sentirían si fuesen esa persona.

Selección natural

En general los resultados indicaron un elevado nivel de acuerdo entre el grado de vergüenza que los participantes señalaban que una persona debería sentir con cuánto esa persona perdería valor para el grupo. Este nivel de acuerdo se daba tanto al interno de la misma comunidad como cuando se compraban los resultados entre las diferentes comunidades.

Los investigadores explican que este nivel de acuerdo entre diferentes sociedades, podría indicar que la vergüenza no es producto de la cultura, sino que formaría parte de la selección natural de la especie.

Entre el desinterés y el egoísmo

Analizémoslo desde la óptica de la evolución. Nuestros ancestros vivían en pequeñas comunidades y dependían del grupo para sobrevivir. La confianza era literalmente un caso de vida o muerte. Pero era necesario aprender a comportarse. Ser completamente desinteresado no era una buena estrategia porque se corre el riesgo de que te exploten. Por otro lado, ser completamente egoísta tampoco era una buena opción porque el riesgo era que ser excluido del grupo.

Según los investigadores, para prosperar una persona debía medir con precisión las consecuencias que tendrían sus actos, especialmente si eran demasiado egoístas como por ejemplo robarle a un compañero.

Una ayuda para mantener el equilibrio social

Los resultados del estudio sugieren que la vergüenza evolucionó para ayudarnos a tomar la decisión adecuada, o sea actuar pensando en los beneficios a largo plazo sin poner en peligro nuestro lugar en el grupo. En este caso, la vergüenza funcionaría como el dolor, nos avisa que no debemos repetir un comportamiento que amenaza nuestro bienestar.

Evidentemente esto no quiere decir que la vergüenza es siempre algo positivo. Si los estándares de nuestro grupo de referencia están distorsionados, la vergüenza funciona como un elemento de castigo y exclusión. Si pensamos en nuestros ancestros, el objetivo del grupo era sobrevivir.

Hoy en día los objetivos no son tan claros, y si por ejemplo nuestro grupo de referencia otorga un valor excesivo a un aspecto no determinante como por ejemplo la apariencia física, la vergüenza que sentimos por no seguir la norma no sería algo positivo, sino algo muy dañino para el individuo.

Fuente: http://www.psicologiaparatodos.net