Baja del censo electoral…

El próximo 28 de abril se celebran las elecciones generales (y también algunas autonómicas como las de la Comunidad Valenciana). Como todos sabemos, en esta época se nos llenan los buzones de cartas con la polémica propaganda electoral de los partidos políticos. Por suerte, esto es algo que podemos evitar de una forma sencilla gracias a un formulario online, una de las grandes novedades de esta campaña. Con ello, evitamos que el censo con nuestros datos personales sea remitido a los partidos políticos:

Fuente: www.adslzone.net

Quitarse los zapatos…

El mundo se divide en dos grandes bandos irreconciliables: el que jamás pisaría la casa propia (o ajena) con los zapatos puestos y el que puedes entrar con katiuskas hasta la cocina. España es, obviamente, de la segunda categoría, lo mismo que la mayoría de América (menos Canadá), Europa occidental, África subsahariana y Oceanía, tal y como se aprecia en el mapamundi (países en azul):

La mayoría del planeta, en términos demográficos, prefiere descalzarse al entrar en casa. Esta costumbre prevalece en prácticamente la totalidad del continente asiático -con la notable excepción de Mongolia, Iraq y los países que acaban en “istán”-, es decir, no menos de 3.000 millones de habitantes, a los que hay que sumar toda Europa oriental, incluyendo Alemania y los países musulmanes, de Mauritania a Somalia (países en verde).

Por descontado que la tradición no se circunscribe a países enteros, sino más bien a regiones concretas. Por ejemplo, en la mayoría de los Estados Unidos no es tradición descalzarse cuando visitas a alguien, pero sí en Hawai y Alaska, tal y como explica Wikipedia. Un italiano tampoco esperará que te descalces al entrar en su casa, salvo en la región de Friuli-Venezia. En los Balcanes, la costumbre de quitarse los zapatos está muy extendida, pero cada vez se lleva a cabo menos en las viviendas urbanas.

Fuente: https://blogs.publico.es/

Cumbres…

En una reciente excursión que estaba guiando, uno de los participantes me comentaba al final de la misma que había echado de menos un ritmo más elevado. Consideraba que la condición física de los participantes era superior al ritmo seguido y que podríamos haber caminado más rápido para llegar más lejos y hacer más kilómetros. Sin entrar a valorar la condición física del grupo, le expliqué que la filosofía de nuestras actividades no se centraba solo en realizar ejercicio físico descubriendo paisajes, sino que también poníamos valor en el mero hecho de “estar” en la naturaleza (en concreto en los entornos montañosos), escucharla, observarla, sentirla y aprender compartiendo conocimiento y experiencias con el resto del grupo.

Y es que en ocasiones nos dejamos llevar por el ritmo frenético que nos marca la agenda cotidiana, incluso cuando buscamos huir de ella o mitigar sus efectos.

Juanjo Garbizu, apasionado montañero, plasmó en su libro “Monterapia” su inquietud por esta creciente tendencia de pasar por el monte “deprisa”. Decía Juanjo que cada vez la gente pasa menos tiempo en las cumbres. “Y no me refiero solo, con todos mis respetos, a los que llegan corriendo, miran el cronómetro y se lanzan valle abajo. Tengo la sensación de que antes la montaña era más contemplativa, más reflexiva. Llegaba uno a la cima, se despojaba de la mochila, se sentaba y extraviaba la mirada en el vasto horizonte. Incluso mucha gente llevaba unos pequeños prismáticos y se entretenían reconociendo las cimas cercanas, dirigiendo su aumentada mirada hacia ellas. El vuelo rasante y cercano de un ave nos abducía sobremanera y el tiempo parecía detenerse en las alturas.”

Sin menospreciar la parte deportiva de las actividades en la naturaleza, de gran valor cuando se desarrolla desde el respeto, tal vez nos haga falta recuperar el disfrute de las montañas desde la perspectiva más sosegada. O al menos combinar ambas y que “alcanzar la cima” no sea el único objetivo.

Fuente: https://rutaspormontaña.es