En la calle de San Andrés se encuentra una vieja relojería, una de esas tiendas de «las de toda la vida», de apenas un pasillo de tamaño. Si alguna vez entráis fijaos en la pared sobre el mostrador, podréis encontrar enmarcada una copia de la Desiderata, un poema sobre la búsqueda de la felicidad en la vida.
Animaos a preguntarle al dependiente por él y os contará la historia de como llegó hasta sus manos, y posiblemente no dudará en sacar una carpeta con copias de la misma y ofreceros una, como hace con todos los clientes observadores que se percatan de ella. Realmente un tipo distinto.
Ve plácidamente entre el ruido y la prisa, recuerda que la paz puede estar en el silencio. Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos. Di tu verdad, quietamente, claramente. Escucha a los otros aunque sean torpes e ignorantes; cada uno de ellos tiene también una vida que contar.
Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el espíritu. Si te comparas con los otros puedes convertirte en un hombre vano y amargado; siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú. Alégrate tanto de tus realizaciones como de tus proyectos.
Ama tu trabajo aunque sea humilde; es el tesoro de tu vida. Sé prudente en tus negocios, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúpulos. Pero que esta convicción no te impida reconocer la virtud; hay muchas personas que luchan por hermosos ideales y dondequiera que mires la vida está llena de heroísmo.
Sé tu mismo. Sobre todo no pretendas disimular tus inclinaciones. No seas cínico en el amor, porque cuando aparece la aridez y el desencanto en el rostro, se convierte en algo tan perenne como la hierba.
Acepta con serenidad el consejo de los años y renuncia sin reservas a los dones de la juventud. Fortalece tu espíritu, para que no te destruyan inesperadas desgracias. Pero no te crees falsos infortunios; muchas veces, el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin olvidar una justa disciplina, sé benigno contigo mismo.
No eres más que una criatura en el Universo, no menos que los árboles y las estrellas; tienes derecho a estar aquí. Y, si no tienes ninguna duda, el Mundo se desplegará ante ti.
Vive en paz con Dios, no importa cómo lo imagines; sin olvidar tus trabajos y aspiraciones, mantente en paz con tu alma, pese a la ruidosa confusión de la vida.
Pese a sus falsedades, penosas luchas y sueños arruinados, la Tierra sigue siendo hermosa. Sé cuidadoso. Lucha por ser feliz.
Yo tengo una puesta en una pared de mi habitación y en el final pone: “Inscripción fechada en el año 1692 encontrada en una tumba de la vieja iglesia de S. Pablo de Baltimore”.
No sabía de la existencia en dicha relojería 😉
Ya somos dos entonces…pero no será 1963 ?
sabias palabras….
jeje y todo a partir de una frase que te molaba…