Canto a la libertad…

A veces sueño con una casita en el campo y un príncipe azul. Pero en el fondo sé que no puedo; me falta valor para afrontar la vida cotidiana, la rutina de un trabajo o el compromiso de un amor; nací pájaro y miro con envidia a la gente que es feliz en tierra, como el rebeco mira con nostalgia el vuelo de las águilas.

Miriam García Pascual (Bájame una estrella)

Ilusión auditiva: ¿Yanny o Laurel?

Como pasó con la famosa ilusión del vestido blanco y dorado o azul y negro, la primera vez que escuchas este fragmento de audio piensas que la polémica es una tomadura de pelo: o bien oyes “Laurel” o bien oyes “Yanny” y te parece impensable que pueda haber otra interpretación:

Como pasaba con el truco del vestido, una misma persona puede apreciar una cosa u otra dependiendo del momento, pero sospecho que en este caso la ilusión auditiva de Laurel y Yanny se parece más a la famosa ilusión visual de la bailarina que da vueltas en un sentido u otro. En este famosos truco, nuestro cerebro puede ver a la figura femenina girar de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, dependiendo de cómo inicie la visualización cada vez.

Ambas se construyen en espacios diferentes del espectro y el cerebro puede escoger centrarse en una parte del sonido o la otra. Un truco para los que aún no han conseguido pasar de una palabra a la otra: si se percibe la voz como metálica y aguda se escucha decir “Yanny”, pero si se percibe como grave y profunda se oye claramente “Laurel”.

Y por qué sucede todo esto? Varios medios y especialistas han intentado ofrecer las claves para entender lo que está sucediendo en esta ilusión auditiva. En Popular Science, el profesor de la Universidad de Arizona Brad Story ha analizado la forma de la onda y asegura que aunque la voz está diciendo originalmente “Laurel” son las resonancias que introduce la pronunciación las que producen una posible segunda interpretación. Ambas palabras tienen un mismo esquema sonoro (alto-bajo-alto), pero la las características acústicas son distintas y ubicadas en una segunda resonancia.

Fuente: www.vozpopuli.com

¿Es posible abrir la puerta de emergencia en vuelo?

Lo cuentan los chicos de AsapScience en su última pieza visual. Como bien indican, los aviones comerciales presurizan sus cabinas para que coincidan con la presión atmosférica de 2.500 a 3.000 metros sobre el nivel del mar, a pesar de que la altitud de crucero del avión en el que se encuentran es de 9.000 a 13.000 metros.

A medida que la altitud aumenta, la presión atmosférica disminuye. Esto se debe a la atracción gravitacional de la Tierra sobre las moléculas de aire en la atmósfera. Cuanto más cerca de la superficie de la Tierra, más fuerte es la fuerza ejercida sobre estas moléculas.

Dicho esto, se se abriera la puerta, el avión se despresurizaría en menos de 0,5 segundos. Bajo este escenario, a menos que los pasajeros tengan el cinturón de seguridad abrochado, saldrían rápidamente expulsados ​​del avión debido a la diferencia de presión. Obviamente, en el hipotético caso las tasas de supervivencia son muy reducidas dada la posibilidad de que el avión entero se rompa.

Debido a que el aire es sustancialmente más fino a grandes altitudes, hay menos oxígeno. Una descompresión gradual en la cabina también hace que las máscaras de oxígeno caigan, y en promedio, se calcula que los pasajeros tienen 18 segundos para ponerse la máscara antes de que aparezca la hipoxia, la cual se da cuando los niveles de oxígeno disminuyen, causando síntomas de náuseas, mareos e inconsciencia (llegando a la muerte).

Además, las reservas de oxígeno en un avión duran 10 minutos. Suficiente para que el piloto descienda rápidamente y haga coincidir las presiones internas y externas.

En cualquier caso, no hay que preocuparse demasiado. Las posibilidades de que la puerta se abra son muy pequeñas, sobre todo teniendo en cuenta la presión que se ejerce (hay más presión dentro de la cabina que fuera) sobre ellas, y que mientras más grande sea el avión comercial, más fuerza (descomunal) hará falta para abrirla.

No sólo eso, las puertas de un avión casi siempre están bloqueadas electrónicamente por el piloto a través de funciones accesibles solo desde el interior de la cabina. Y las puertas tampoco se pueden romper, ya que están construidas con hasta seis capas de varios tipos de polímeros extra fuertes y a prueba de balas.

Fuente: https://es.gizmodo.com

Espiral del silencio…

¿Qué dice la espiral del silencio?

Recojo el planteamiento de la Wikipedia en castellano: “Las personas temen permanecer aisladas del entorno social y, por este motivo, prestan una atención continua a las opiniones y comportamiento, supuestos por la mayoría, que se producen a su alrededor. Dado que las personas gustan también de ser populares y aceptadas, se expresan de acuerdo con las opiniones y comportamientos mayoritarios“.

Hasta aquí, estamos de acuerdo. No es muy habitual leer en redes sociales opiniones en contra de los pensamientos que se consideran mayoritarios. Por ejemplo no es fácil leer en vuestro Facebook opiniones contra los homosexuales o contra las minorías étnicas. Pero sabemos que la homofobia y el racismo existen, y conocemos a racistas y homófobos que en su Facebook nunca expresan su pensamiento, por lo que observamos el primer descuadre entre opinión privada y pública.

Esto son opiniones fijas e instaladas en la sociedad. Pero luego hay opiniones cambiantes, como la que aquí nos ocupa. Veamos lo que dice Noelle Neumann: “Con respecto a las teorías cambiantes, el individuo debe observar con atención en qué dirección se produce el cambio. Los individuos que entienden que el cambio se produce en la misma dirección que sus propias opiniones personales, las expondrán en público, pero, al contrario, si el cambio se produce en oposición a las suyas tenderá a ser más cauto al exponerlas en presencia de otras personas”. Aquí yo añado un tercer tipo de individuo de mi cosecha: aquel que no tenía una opinión formada sobre el asunto pero se adhiere a la opinión mayoritaria. En el caso de La Manada es claro, al ver los ‘expertos’ en derecho penal que salieron como setas tras la lluvia y tenían muy claro por qué defendían el lema del movimiento: #noesabusoesviolación.

En la jornada de ayer pudo verse uno de estos movimientos en espiral, en el que los mensajes en la misma dirección llegan primero de las personas que a todas luces ya estaban convencidas en este mensaje y por tanto creen en él. Líderes de opinión feministas y tuiteras anónimas también feministas comparten la idea: la sentencia es un fraude, los jueces son machistas, y cuando digo que no es no.

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