Reloj de agua…

Los relojes de agua son uno de los instrumentos más antiguos para medir el tiempo.​ La salida en forma de cuenco es la forma más simple de un reloj de agua y se sabe que existió en Babilonia, Egipto y Persia hacia el siglo XVI a.C.

El reloj de agua, o Fenjaan, era el dispositivo de cronometraje más preciso y utilizado habitualmente para calcular la cantidad o el tiempo que un agricultor debe tomar agua de un qanat o pozo para el riego. El qanat era la única fuente de agua para la agricultura y el riego en la zona árida, por lo que era muy importante una distribución justa del agua. Por lo tanto, se elegía una persona mayor e inteligente para ser el gestor del reloj de agua llamado MirAab, y se necesitaban al menos dos gestores a tiempo completo para controlar y observar el número de fenjanes y anunciar hora exacta de los días y de las noches desde la salida del sol hasta el ocaso para que los accionistas normalmente se dividían entre los propietarios diurnos y los propietarios nocturnos.

El Fenjaan consistía en una olla grande llena de agua y un cuenco con un pequeño agujero en el centro. Cuando el cuenco se llenaba de agua, se hundía en la olla y entonces el gerente vaciaba el bol y él ponía de nuevo en la parte superior del agua de la olla y contaba el número de veces que se hundía el bol poniendo piedras pequeñas en un bote. El lugar donde se encontraba el reloj y sus gestores eran conocidos colectivamente como khaneh Fenjaan . Normalmente, este solía ser el piso superior de una casa pública, con ventanas orientadas al oeste y al este para mostrar la hora de la salida del sol y del ocaso. El reloj de agua estuvo en uso hasta 1965​ cuando fue sustituido por relojes modernos.

Fuente: https://es.wikipedia.org

Aplausos…

He vivido con alegría las oleadas de aplausos en los balcones al personal sanitario que más tarde se ha extendido a las cajeras de supermercados, transportistas, auxiliares de ayuda a domicilio y limpiadoras. A pesar de que me parece que ese aplauso nos engrandece como sociedad, porque nos abraza y es la victoria del nosotros frente al yo en tiempos de individualismo neoliberal. Nos querían solos y nos tienen aplaudiendo a nuestros servicios públicos en los balcones. Poético es, qué duda cabe.

Me parece una trampa en la que caemos recurrentemente que, cada vez que un colectivo es víctima de injusticia, la sociedad lo convierte en héroe. Es el truco neoliberal, la ideología que ha arruinado y privatizado nuestros sistemas públicos de salud, para ocultar la desigualdad y llenarnos los ojos de lágrimas con las que no nos dejan razonar.

Detrás de esta mística emocional del capitalismo, que es capaz de convertir en emoción que unos abuelos se tiren tres noches haciendo cola en la puerta de un colegio público para matricular a su nieto, en lugar de denunciar la falta de plazas ofertadas o el privilegio de la educación privada frente a la pública por parte de los gobiernos sujetos al dogma neoliberal.

Impensable sería hace 30 años que estuviéramos hablando de que una médica o un enfermero fueran trabajadores precarios, el eufemismo con el que en la posmodernidad nos hemos dado para llamar a los nuevos pobres generados por esta fase salvaje del capitalismo.

Entre aplauso y aplauso a los sanitarios, cajeras o limpiadoras, poco o nada se ha publicado de sus condiciones de vida, de los contratos de días que van emparedando o de los sueldos de mierda que cobran todos los trabajadores que, de precarios que son, no tienen derecho ni a hacer cuarentena porque son la base fundamental sobre la que se sostiene nuestra vida, aunque el sistema se lo paga con relegarlos a la cola de importancia social.

No he visto ni un solo cartel en redes sociales que pida la subida del sueldo de las enfermeras, médicos, limpiadoras o cajeras de supermercados; no he visto un solo cartel, ni una sola noticia, que explique cómo tiene la espalda y las manos una cajera de supermercado con 45 años después de toda una vida de movimientos repetitivos; nada se ha dicho de que muchas de las auxiliares de ayuda a domicilio, a las que les pagan 4 y 5 euros la hora por cuidar ancianos y personas dependientes, tienen salarios por debajo de los 600 euros al mes, contratos de 25 horas semanales y con jornadas partidas de mañana y tarde.

Espero veros en las calles a todos los que aplaudís ahora, a todos los que pintáis arco iris en las ventanas y gritáis viva España. Espero veros a todos lo que hacéis de policía desde vuestro balcón cuando pasa alguien por la calle. Espero que la exaltación con la que salís a corear a los que se están dejando la vida por nosotros, se convierta en concienciación que nos haga movilizarnos de una vez por nuestros derechos y los de todos.

Porque sois muchos ahora los que hacéis ruido desde vuestro balcón, muchos más de los que he visto nunca en cualquier manifestación para que no arrasaran con nuestros derechos y muchos más de los que jamás han secundado una huelga general en nuestro país para reivindicar no solo pan, sino también dignidad. ¿Dónde estabais entonces cuando tanto os necesitamos? ¿Pasaréis de la arenga y el fervor a la acción y la lucha? Porque está bien animarse, lo hacen todos los jugadores de cualquier deporte o los militares, antes de pasar a la acción. Pero saben que luego viene la acción, que el grito, la palmada al compañero y el enaltecimiento por sí solos no sirven para nada.

Cuando todo esto acabe habrá fiesta, jolgorio y alegría, pero también nos quedará por delante mucha lucha. Lucha por reconquistar los derechos que nos quitaron y por hacer, entre todos, una sociedad mucho más justa en la que el centro seamos las personas, no los beneficios de las empresas para las que somos tan solo un número en su balance de cuentas. Espero veros en las calles entonces, porque con los aplausos no basta.

Fuentes:

Teoría de la estupidez…

Carlo Maria Cipolla exploró el controvertido tema de la estupidez formulando su famosa Teoría de la Estupidez, expresada por primera vez en su ingenioso ensayo breve de 1988 titulado Allegro ma non troppo.

En este escrito Cipolla desarrolla una visión de la gente estúpida como un grupo más poderoso que grandes organizaciones como la Mafia, el Complejo Militar Industrial (MIC), o la Internacional Comunista. El grupo de los estúpidos, sin reglamentaciones, líderes o manifiestos, consigue ejercer un gran efecto con una coordinación increíble.

En el mismo libro pueden encontrarse las leyes fundamentales de la estupidez:

  1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
  2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
  3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
  4. Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
  5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.

Por deducción, de la tercera ley, Cipolla identifica dos factores a considerar cuando se explora la conducta humana:

  • Beneficios y pérdidas que un individuo se causa a sí mismo
  • Beneficios y pérdidas que un individuo causa a los otros

Creando un gráfico en el que se coloca el primer factor en el eje x y el segundo en el eje y se pueden obtener cuatro grupos de individuos:

(1)-INTELIGENTES: benefician a los demás y a sí mismos.
(2)-INCAUTOS o desgraciados: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
(3)-ESTÚPIDOS: perjudican a los demás y a sí mismos.
(4)-MALVADOS o bandidos: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.

Para Cipolla, desde el punto de vista estrictamente económico y utilitarista, un Malvado es preferible a un Estúpido, puesto que las actividades del malvado a la postre significan que algunos bienes cambian de manos, mientras que las actividades de los estúpidos no presuponen beneficio para nadie.

Fuente: https://es.wikipedia.org