Vagamundo…

Me fui a los bosques porque deseaba vivir en paz, enfrentarme a la esencia misma de la vida y comprobar si era capaz de aprender todo lo que se me podía enseñar. Quería vivir intensamente y sorberle todo su jugo a la vida. Abandonar todo lo que no era la vida, para así, no descubrir, en el instante de mi muerte, que no había vivido.

H.D. Thoreau

Fuente: www.yomelargo.com

Singularidades japonesas…

Es uno de los países más singulares y enigmáticos del mundo. Quien desee visitarlo sin meter la pata debe dejar la mentalidad occidental en el trastero de casa. Si haces caso a estos consejos hay menos posibilidades de que te miren como a un turista ignorante e insoportable.

1. No te suenes la nariz en público
Lo consideran una grave falta de educación, sobre todo si te sacas el pañuelo en el metro o en el autobús. Si no queda más remedio, juega al disimulo.

2. Prohibido señalar con el dedo
Los japoneses son tan respetuosos que pueden llegar a parecer fríos. Nunca les oirás hablar alto y no soportan que alguien les señale con el dedo, una actitud que encuentran amenazante. Si tienes esa tendencia, ya sabes, ¡las manos siempre en los bolsillos!

3. Nunca brindes con «chin chin»
Salir de marcha con un grupo de japoneses puede ser un peligro. Es de buena educación servir a los demás antes que a uno mismo. Ellos harán igual contigo así que ojo con las borracheras. Si vais a brindar, no se te ocurra hacerlo con nuestro clásico «chin chin» (para ellos significa «genitales masculinos)». Usa la palabra ‘kampai’.

4. Cuidado con las zapatillas de baño
Los nipones van descalzos por la casa, pero tienen la costumbre de guardar en el aseo unas zapatillas de andar por casa. No tengas reparo en usarlas dentro de los servicios. El problema es despistarse y que te las dejes en los pies cuando salgas. Puede producir un cortocircuito mental en tus anfitriones.

5. Evita el número 4
En Japón está maldito porque se pronuncia igual que la palabra muerte (shi). La superstición llega tan lejos que los hoteles y los hospitales suelen pasar de la planta tres a la cinco.

6. No enseñes los tatuajes
Los baños públicos están de moda, pero debes evitarlos si cuentas con algún tatuaje visible en tu cuerpo. Son típicos de los Yakuza (mafia japonesa) y los nipones pueden inquietarse al verlos.

7. No pases la comida con los palillos
No está mal visto sorber los fideos o mordisquear la comida. Sin embargo, socialmente es reprobable pasarse el sushi de un comensal a otro con los tradicionales palillos (ese gesto está reservado para las celebraciones funerarias).

8. Ojo con los palillos
Nunca dejes los palillos clavados en el bol de arroz. Ese movimiento es un recuerdo de ofrendas ancestrales y usarlo porque sí puede considerarse irrespetuoso.

9. No maltrates la tarjeta de visita
Los japoneses tienen la costumbre de darte su tarjeta de visita cuando te conocen. Es un momento crucial. Ni la arrugues, ni te la metas en el bolsillo como si nada. Lo más educado sería cogerla con las dos manos y guardarla en la cartera con el mayor cuidado.

10. Quítate los zapatos
Los nipones te harán descalzarte nada más pisar sus casas. Estás avisado: ni se te ocurra llevar en la maleta calcetines con tomates.

Fuente: www.taringa.net

Deportividad…

Se enfrentaban el Málaga CF y El Palo en un choque clásico en el fútbol provincial. Corría el minuto 50 y el resultado era favorable a los blanquiazules por 3-1. El colegiado señala un saque de esquina y el malaguista Carlos se dirige a botar el córner. Cuando el balón viaja por el aire camino del punto de penalti, a media altura, en ese mismo instante, en un campo anexo en el que se disputa otro partido, suena el silbato del árbitro que allí pita su correspondiente partido.

Un jugador de El Palo detiene el balón con las manos dentro del área creyendo que el pitido procedía de su colegiado y que la jugada estaba invalidada. Ante el asombro del jugador paleño, el árbitro indica la pena máxima favorable al Málaga. El entrenador visitante le protesta al colegiado la anómala situación pero éste no da su brazo a torcer. Dice que hay que lanzar el penalti y que él no pitó cuando el balón estaba por los aires.

Era el minuto 5 de la segunda parte. El Palo había salido del vestuario, tras el descanso, decidido a acortar distancias en el marcador para intentar entrar en el partido. El penalti parece ser la sentencia definitiva si es que el Málaga acierta con la portería del rival desde los 11 metros. Rafa Verdú Salerno, conocido entre sus compañeros como Rafa, coloca el balón en el punto de penalti y antes de lanzar intercambia una mirada cómplice con su entrenador (Andrés Domínguez). Todos los aficionados apostados en las gradas esperan que Rafa ´enchufe´ el balón fuera del alcance del guardameta paleño. El posible 4-1 suena ya a definitivo.

El colegiado pita y Rafa se va hacia el balón y le pega con el interior del pie raso y muy suave para que el esférico llegue sin problema alguno a las manos del cancerbero paleño. El graderío estalla en aplausos pese a no entrar el balón. El joven Rafa, de tan sólo 11 años, falló el penalti, pero dio una lección de ´Juego Limpio´.

Fuente: www.laopiniondemalaga.es

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La enseñanza mata la curiosidad…

Craig Blewett es profesor de universidad en Sudáfrica. Cuando termina su clase se dirige a los alumnos y les pide que hagan preguntas para resolver sus dudas. “¿Alguna pregunta?”. Después de treinta segundos de silencio, y tras insistir, un alumno levanta la mano y se lanza: “¿Todo esto entrará en el examen?”. Hasta aquí ninguna sorpresa. La situación se repite en todos los centros educativos y resulta familiar para cualquiera que se dedique a la enseñanza. Pero Blewett ha estudiado el fenómeno con mayor profundidad y cree que, de alguna manera, “hacer preguntas es un arte que está muriendo”.

Juan Meléndez, profesor del departamento de Física de la Universidad Carlos III, se quejaba recientemente en una entrevista en Sinc de que la curiosidad tiene un papel “mínimo” en los colegios, donde se dan respuestas prefabricadas que las preguntas que hacen los alumnos, sin ir al fondo de la cuestión. “Por ejemplo, se dice que un cuerpo flota “por el principio de Arquímedes”. Eso no es explicar nada, es dar simplemente un nombre”, denuncia el físico. El niño seguirá sin entender por qué flota un cuerpo pero dejará de hacer preguntas. “Por eso digo que la enseñanza mata la curiosidad científica”, añade.

El profesor de Psicología Scott Barry Kaufman se quejaba de lo mismo en otro artículo reciente en The Atlantic. En su opinión, “los colegios están olvidando lo más importante sobre el aprendizaje”, que es fomentar la curiosidad de los alumnos. Y cita varios estudios que indican que uno de los principales indicadores de éxito académico en el futuro es adquirir esa pasión por conocer a una temprana edad.

Fuente: www.vozpopuli.com