Es creencia popular española que «lo de fuera» siempre es mejor que lo que tenemos en España. Que si este conocido está trabajando en Suiza, que si el hijo de fulanito estudió en Alemania o que este famoso se ha ido a la clínica Mayo porque allí hacen milagros. Como ya conté en mi primer artículo España vista por un emigrante español, vivo en Estados Unidos desde hace un tiempo, y llegué por primera vez para estudiar un Máster. Al principio tenía en mi cabeza los mismos mitos y clichés sobre la universidad Estadounidense que vemos en las películas, y no voy a negar que estaba un poco asustado. Uno de mis principales temores era si iba a estar a la altura. ¿Serán tan duras como dicen? ¿Son todos los estudiantes unos genios? ¿Me sabré desenvolver con el idioma?
Como suele pasar, las cosas son mucho peor cuando nos las imaginamos de lo que realmente son. Con un poco de ayuda y mucho trabajo, pude graduarme de un Máster de dos años en sólo uno. Estos son los mitos/aspectos que más me llamaron la atención:
Recursos
Las universidades en Estados Unidos son empresas, y su objetivo principal es hacer dinero. Son muy caras, y ese dinero va a alguna parte. Siempre tenían algún edificio o alguna ampliación en construcción, tanto para investigación, como para hacer deporte o zonas recreativas. Hay muchas ofertas de trabajos para los estudiantes: desde ayudantes de profesores, investigadores o trabajadores en el centro de supercomputación (donde incluso yo estuve por unos meses), hasta recepcionista de los distintos edificios o cortador de cesped. En la entorno universiario Estadounidense no tienes que preocuparte tanto por aprobar los exámenes, sino por acumular experiencia y pagar tu facturas.
Exámenes
Los exámenes no eran sencillos. Eran exámenes de complejidad mediana-compleja, pero no suelen durar más de 2 horas. Los diseñan para ir al grano y demostrar que eres capaz de desenvolverte, en vez de ser verdaderas pruebas de resistencia, o ir «a pillar«. Además, a la hora de corregir son mucho más permisivos. Para el primer examen de los más complicados que hice me esforcé bastante; y yo, con mi mentalidad de estudiante español, no me esperaba sacar más de un 6,5. Cuál fue mi sorpresa al ver que conseguí un 110 sobre 100 puntos. Simplemente no era una nota real, pero había trabajado y había escrito lo que sabía. A ellos eso les basta. No tiene sentido hacer que un alumno retome de forma sistemática una misma asignatura hasta 4 o 5 veces. De esta forma no estás enseñándole nada, simplemente le estás haciendo vivir una pesadilla.
Además existe un concepto muy curioso, que es el de curvar las notas. Cuando un examen se da muy mal, o regularmente mal (por ejemplo sólo aprueban 5 de toda la clase), en España mandan al resto a Septiembre, pero en Estados Unidos «ajustan las notas» (o las curvan, dado que la expresion es curve the grades) para que el alumno con la mayor nota tenga un 10, y a los demás les ajustan las notas proporcionalmente. Cuando me enteré de esto, no puedo negar que tuve sentimientos encontrados.En Estados Unidos todo el mundo aprueba con un esfuerzo mínimo, pero sólo los mejores tendrán una calificación cercana a la perfeccion.
Titulaciones
Una de las grandes diferencias con la universidad española, y además una de las más desconocidas, es el funcionamiento de los planes de estudio de las titulaciones. En España, es un modelo muy cerrado, en el que el estudiante elige la carrera desde el principio, con una lista de asignaturas predefinida que debe cursar, dejando muy poco margen para enfocarla a lo que uno le guste más o prefiera centrarse.
En primer lugar, hay que explicar que el concepto de «carrera» o «titulo universitario» como lo entendemos nosotros no existe en Estados Unidos. Ellos sólo tienen lo que podría llamarse «menciones» o títulos con menos peso. Hay dos tipos: los «majors» y los «minors«, siendo la diferencia entre ellos el número de créditos necesarios para obtenerlos. Los estudiantes, cuando empiezan la universidad, tienen que apuntarse a las clases que quieren tomar, pudiendo escoger cualquier clase que la universidad oferte de cualquier tipo de estudios.
Cada especialización requiere un número mínimo de asignaturas a ser cursadas de un tipo especifico de estudios, pero es un requerimiento muy vago y flexible. Es muy dificil que dos estudiantes con una misma especialidad hayan cursado las mismas asignaturas. En un caso normal, un estudiante puede tener un major y un minor, que puede ser su especialidad más un segundo idioma. Por ejemplo, Ingeniería Mecánica y Francés. Pero también pueden encontrarse casos de estudiantes que consiguen obtener más especialidades, como Criminología, Psicología y Español. Cada estudiante puede diseñarse su educación de una forma mucho más flexible, y menos «tediosa«. Y todo ello en sólo 4 años. Un estudiante americano no sabrá tanta Psicología con un major que un estudiante español que haya cursado la carrera de 5 años, sin embargo personalmente pienso que el sistema español es muy poco práctico en este aspecto. En Estados Unidos te preparan para que puedas desenvolverte y aprender en el mundo laboral, en el español nos «sobre-educan» sin sentido, llenando los planes de estudios de asignaturas inservibles y exámenes muy dificiles que piden lo imposible sin ningún objetivo práctico.Además la universidad oferta clases de prácticamente cualquier cosa, desde matemáticas, física o astronomía, hasta francés, danés o chino, pasando por guitarra, fotografía, yoga o defensa personal, . Todo cuenta para el curriculum.
Horarios
Dado que las titulaciones son mucho más flexibles que en España, los horarios tienden a ser muy heterogéneos, y repartidos a lo largo del día. Además, los huecos que queden entre clase y clase suelen estar ocupados por prácticas, trabajos a tiempo parcial o voluntariado. Existe un sentimiento general de competitividad por quién está más ocupado, quién tiene más clases y más trabajos el siguiente semestre, y quién está más estresado. En general hay poco tiempo para el esparcimiento personal, y la procrastinación.
FiestasEste es uno de los temas que más llama la atención. Las fiestas no son sólo diferentes en el entorno de la universidad, sino que lo son en cualquier otro. Ya comenté que en el día a día los americanos están más centrados en acumular experiencia y sacar buenas notas, por lo que realmente no existen esas tardes perdidas viendo el fútbol o jugando al mús. Quedar con los amigos no es algo improvisado de duración indefinida que puede hacer que un martes llegues a casa a las dos de la mañana, sino que quedan formalmente, cuadrando calendarios, y para una duración y un propósito determinado. Es muy recurrente la «cita para estudiar» (study date), en la que los amigos o parejas quedan en cafeterías para hacer los trabajos de clase.
No existen los jueves universitarios, sólo viernes y sábados. Tampoco los botellones. Los estudiantes no quedan para beber en las calles, ni siquiera beben cubatas. Además los bares cierran muy pronto, normalmente sobre las dos de la mañana. Una fiesta «grande» suele empezar quedando en una fraternidad o un piso de estudiantes, sobre las siete o las ocho de la tarde, con ingentes cantidades de cerveza y tequila. El entretenimiento suelen ser juegos para beber, y el tequila se bebe solo, acompañado de un trago de coca-cola después para quitar el mal sabor de boca. Sobre las once de la noche empieza a aparecer el primer borracho o borracha desmayado en el sofa. En invierno si hace mucho frio, las casas se llenan de estudiantes jóvenes, sudorosos y con las hormonas revueltas, dando rienda suelta a esos instintos que la sociedad americana tiene tan reprimidos. Comas etílicos, robos y abusos sexuales son más recurrentes en una fiesta americana que en una fiesta española. Las nuestras son más extendidas en el tiempo y más sociales, las suyas son contrarrelojes. Acompañadas de música dubstep o rap, con poca luz, mucha gente que ni el dueño de la casa conoce, y por supuesto, beer pong.