Respirar un líquido…

La respiración humana, como la de todos los animales terrestres, está basada en la absorción de aire atmosférico. Un aire que está formado por una mezcla de oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono,  así como otros elementos (algunos contaminantes) en diversa proporción.
Sin embargo, esta no es la única mezcla respirable por el hombre. De hecho, son harto conocidos los sketches televisivos en que se inhala helio o hexafluoruro de azufre, que si bien son inocuos, producen el efecto secundario de una voz aguda y grave respectivamente.
Ahora bien… una cosa es respirar una mezcla diferente de aire y otra muy diferente respirar un líquido como si se tratase de un pez. Pues, aunque le parezca mentira, si se llena sus pulmones de perfluorocarbono puede respirar como si estuviera en la superficie.
El ahogamiento, en todos los animales exclusivamente terrestres, se produce cuando los pulmones se llenan de agua y estos no pueden obtener el oxigeno del liquido que los rellena. En este caso, los pulmones no están diseñados para poder extraer el oxígeno de un líquido, de tal forma que bajo el agua dejan de estar operativos y el organismo acaba por morir más temprano que tarde.  No obstante, los científicos descubrieron que un compuesto líquido, el perfluorocarbono, tenía la capacidad de ser respirable como si fuera el aire.
El perfluorocarbono, sintetizado por primera vez en los años 20 y desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial, pertenece a la familia de los fluorocarbonos, en que, de forma artificial, a un hidrocarburo se le ha substituido el hidrógeno por flúor. Este nuevo producto, de esta forma, posee unas características de estabilidad química muy importantes y una capacidad de absorber gases que es 30 veces mayor que la que tiene el agua. Ello hace que sea un producto utilizado en los aparatos de refrigeración, antiadherentes, impermeabilizantes y para hacer envases resistentes al microondas. Sin embargo, la medicina también les ha encontrado uso.
Las peculiares características del perfluorocarbono lo ha hecho un elemento esencial en la oftalmología, así como utilizado como substituto de la hemoglobina… y como líquido respirable.
Durante los años 60, los médicos descubrieron que el perfluorocarbono era útil para tratar algunas dolencias en los pulmones e incluso para substituir el líquido amniótico en problemas con fetos aún dentro de la placenta. Evidentemente, después de estos descubrimientos, lo más lógico vino solo, y en 1966 el profesor Leland C. Clark consiguió que varios ratones sobrevivieran sumergidos respirando.
 
Cuenta la leyenda que todo fue debido a un accidente en el que un ratón cayó en una cubeta con perfluorocarbono y sobrevivió, dando la clave del líquido respirable. Si les soy sincero, yo creo que más bien alguien cogió un ratón y lo tiró dentro «a ver qué pasa«… y le salió bien.
Sea como sea, los experimentos con líquidos respirables no han hecho más que comenzar debido a sus posibles beneficios (submarinismo, sangre artificial…)  aunque no se ha conseguido un verdadero avance en dirección a conseguir emular la respiración acuática de los peces. Lo máximo que se ha conseguido es mantener a gatos durante semanas sumergidos en perfluorocarbono. Lo poco que estos animales duran cuando han de volver a respirar aire y la potencia contaminante de estos productos primos hermanos de los temidos CFC, hacen que su uso -al menos hasta la actualidad- se centre en tratamientos concretos y precisos.

Author: Raiden

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