Test de audición…
Los humanos disponemos de un sistema completo de telecomunicaciones basado en ondas, muy potente y sofisticado. Lo llevamos integrado y aprendemos a usarlo desde muy pequeños. Se trata del habla, de la comunicación oral. Dominamos sus formas de modulación y demodulación, pero en absoluto somos conscientes de que estamos utilizando ondas. Ondas que transmiten variaciones de presión. Sonido.
Características físicas del sonido
Si en un punto tiene lugar una perturbación en la presión de un medio, las partículas (átomos o moléculas) que se ven directamente afectadas interaccionan con las partículas que las rodean (las empujan, tiran de ellas, etc). Estas partículas hacen otro tanto con las que están un poco más lejos de aquel punto inicial, y ésas con las siguientes… y así sucesivamente. De este modo se produce ese efecto de propagación de energía en todas direcciones. Se dice que el sonido es una onda longitudinal porque las partículas del medio que atraviesa vibran hacia adelante y hacia atrás en el sentido de la propagación, como se ve en la animación siguiente:
Como sabrás, el sonido no sólo se propaga a través del aire, sino también a través de cualquier medio sólido, líquido o gaseoso: las paredes de tu casa, el agua, la mermelada, la atmósfera de cualquier otro planeta, etc. En cambio, a pesar de lo que muestran muchas películas, el sonido no se propaga por el espacio vacío, porque ahí no hay partículas que puedan vibran y afectar con ello a otras partículas.
Por esto de requerir un medio material para propagarse, se dice que el sonido es, además de una onda longitudinal, una onda mecánica. No hay que confundir las audiofrecuencias con las radiofrecuencias. Las audiofrecuencias son ondas mecánicas (por consiguiente, no se pueden propagar en el vacío, es decir, no tienen capacidad radiante), mientras que las radiofrecuencias son ondas electromagnéticas (por tanto, con capacidad radiante).
Por otra parte, también te sonará que la velocidad de propagación del sonido depende del medio en cuestión. Como es el propio medio el que oscila con la onda, cuanto más denso y rígido sea (esto es, cuanto más apretados estén los átomos y las moléculas que lo componen), mayor velocidad. Así, el sonido viaja a través del aire a una velocidad en torno a los 340 m/s (1224 km/h), mientras que en el agua y el hierro se propaga 4 y 15 veces más rápido, respectivamente. Como los humanos hemos evolucionado fuera del agua, nuestros órganos de emisión y recepción de ondas sonoras se desarrollaron para funcionar bien dentro del aire, y está todo ajustado para aquellos 340 m/s. Fuera del aire ya cambia la cosa. Sin ir más lejos, dentro del agua oímos bastante mal y casi es mejor no intentar hablar.
Esto nos lleva al punto crucial de esta entrada: que la percepción humana tiene límites. Hay ondas que no podemos percibir… y que sin embargo existen y podemos aprovechar. Pero antes de hablar de esas ondas, conviene entender cómo funciona nuestro oído.
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