¿Qué pasa si lanzamos una hormiga desde lo alto de un rascacielos?
¿Sobreviviría una hormiga si la lanzasemos desde lo alto del Empire State Building? Pensad bien la respuesta, que desde la azotea de este edificio hay unos 380 metros de caída libre.
La verdad es que al insecto le sucedería lo que muchos más o menos nos imaginamos, es decir, nada de nada. Pero claro ¿por qué la hormiga se libra y si me caigo yo -o una rata, que es mucho más pequeña- no sobreviviría? Todo tiene su respuesta en la ciencia y a ella recurriremos para conocerla.
Cualquier objeto en caída libre durante el tiempo suficiente, alcanzará lo que se conoce como velocidad límite o terminal. Esto es, sencillamente, la velocidad máxima que puede alcanzar un cuerpo “moviéndose en el seno de un fluido infinito bajo la acción de una fuerza constante”. Se llega a ella cuando el rozamiento -en este caso, del aire- se iguala con la fuerza de empuje -durante una caída, la fuerza de la gravedad-, y el cuerpo no acelera más.
Esta velocidad puede variar mucho dependiendo de algunos factores. El tamaño, el peso y la forma son elementos determinantes que hacen que pueda variar considerablemente.
En el caso de una persona en caída libre, la velocidad terminal es, aproximadamente, de 200 km/h. ¿Os imaginas un tortazo a esa velocidad? Está claro que no lo contamos. Una hormiga, sin embargo, apenas alcanzaría los 6 km/h, una velocidad muy inferior.
Además, tenemos que tener en cuenta que una hormiga alcanza esa velocidad en una caída de 2 metros, por lo que da lo mismo si cae desde esa distancia o desde 200 metros, su velocidad al llegar al suelo será la misma.
Para terminar la explicación, también tenemos que tener en cuenta si hay alguna corriente de aire, que podría suavizar aún más el impacto del insecto contra el suelo. Así que ya veis que lo realmente raro sería que una hormiga no sobreviviese a una caída de este estilo.
Fuente: http://lavozdelmuro.net
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