Plan Bolonia – Estrategia universidad 2015…

Estrategia universidadAlgunas Juntas de Facultad de las universidades públicas han comenzado el curso con una inquietud. La normativa dice que las facultades podrán autorizar o no a que cuatro artículos publicados en revistas “científicas” puedan ser presentados como una tesis doctoral. Como los artículos pueden venir firmados por varios autores, una misma publicación podría equivaler así no a una, sino a seis o siete cuartas partes de una tesis doctoral. Algunos profesores se han rasgado las vestiduras ante lo que consideran un despropósito, recordando cosas muy elementales en el mundo académico de antaño (es decir, en el mundo, digamos, ‘pre-Bolonia’): un doctor es la autoridad académica más alta que existe. La única palabra que en la Universidad vale más que la palabra de un doctor es la palabra de dos o más doctores discutiendo entre sí en público (no en el salón de su casa). Y de hecho, la columna vertebral de una universidad debería ser la continua discusión de los doctores entre sí. Por eso, no se accede al grado de doctor más que enfrentándose a un tribunal de otros cinco doctores, en un acto público en el que puede entrar cualquier ciudadano que pase por ahí. Por mi parte, yo ya estoy hastiado de estrellarme contra una pared intentando argumentar que todas estas cosas tienen sentido -y es más, que si se suprimen se acaba sin más con la esencia de la universidad pública-.

Durante todos los años de lucha contra Bolonia, se demostró que los argumentos de Humboldt o de Hegel no valían un pimiento frente a la estrategia retórica de los reformadores: como las cátedras están corruptas, suprimamos las cátedras (o todas sus funciones); como los tribunales están amañados, suprimamos los tribunales (y con ello el carácter público de las comisiones); como los funcionarios a veces hacen el vago, flexibilicemos la plantilla y generalicemos la precariedad en la Universidad. Por ese camino, las estructuras universitarias se han ido desmoronando y con ellas el presupuesto para mantenerlas, de modo que si este invierno nos quedamos sin calefacción se argumentará que es lógico, porque las tuberías estaban tan corrompidas como las cátedras, los tribunales y los funcionarios. Es repugnante ver que algunos catedráticos, como Félix de Azúa, desde su prestigiosa atalaya mediática, haya aplaudido esta demolición de la Universidad pública argumentando que en ella todo es endogamia, incesto, ignorancia y corrupción (todo menos, curiosamente, el propio Félix de Azúa y algunos otros como él que debieron llegar a catedráticos por derecho divino sin incesto ni endogamia). Eso sin contar con que, encima, ha sido ahí donde nació Podemos. Para gente como Antonio Elorza, habría valido la pena volar todo el campus de Somosaguas con tal de impedir una cosa así.

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