Niño soldado…

nino-soldadoDesde El País nos llega esta entrevista a un niño soldado de Sierra Leona que ahora vive en Nueva York tras haber sido adoptado.

Aunque lo idóneo sería leer el texto entero, resaltar este párrafo que llama especialmente la atención:

“A mí lo único que realmente me resulta extraño es ver tanta infelicidad entre gente que tiene de todo. Yo vengo de un país en el que la gente no tiene de nada y es mucho más feliz que los de aquí.»

Aún no ha cumplido 18 años, pero ya sabe lo que es matar. Siendo casi un niño, Ishmael Beah fue reclutado como soldado en Sierra Leona. Combatió durante tres años. Escapó. Hoy cuenta su infierno.

«Si eres testigo de un asesinato una vez, sientes miedo, se te revuelve el estómago, vomitas, lloras. Cuando el crimen se convierte en parte de tu vida diaria, te insensibilizas. Y si además te drogas, se te apagan las emociones». Ishmael Beah sustituyó el verbo jugar por el verbo matar con apenas 12 años. El ejército de Sierra Leona le obligó a enterrar su niñez y a empuñar un fusil durante tres años en los que cometió crímenes cuya sombra sigue oscureciendo cada noche sus sueños una década después.

Pero Ishmael Beah ya no es ese niño de ojos enrojecidos por el odio, la cocaína y la pólvora. En su mirada franca y alegre no hay rastro aparente de su estremecedor pasado. “Tengo que aprender a vivir con los recuerdos de todo lo que hice. Son parte de mí mismo. Pero por eso quiero transformarlos en algo positivo. He vivido tantas cosas horribles que si me quedara sólo con lo malo, no podría levantarme por las mañanas». Criado en una sociedad donde la tradición oral es el cordón umbilical por el que viajan las experiencias de la comunidad, nunca habría podido narrar sus vivencias como niño soldado de esa manera en una ciudad como Nueva York, adonde se trasladó a vivir en 1998 tras ser adoptado por una estadounidense.

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