Cráteres redondos…

Todos hemos visto lo que pasa cuando tiramos una piedra contra el suelo en ángulo. Si cae sobre una superficie rígida, rebota y sigue su camino, chocando de vez en cuando contra el suelo hasta que la fricción disipa toda su energía y se detiene por completo. En cambio, si hacemos el mismo experimento sobre arena o barro, la piedra excavará un surco más o menos alargado en la dirección en la que se estaba moviendo. Y a primera vista da la impresión de que un meteorito debería hacer lo mismo al estrellarse en ángulo contra el suelo.

Pero no, no es eso lo que ocurre.

Además de la masa involucrada, existe una diferencia crucial entre la piedra lanzada por una persona y un meteorito: la velocidad con la que la roca toca el suelo. El ser humano medio conseguirá que la piedra se estrelle contra la superficie terrestre a algunas decenas de kilómetros por hora, pero los meteoritos llegan al suelo a velocidades de decenas de kilómetros por segundo (km/s).

Por ejemplo, el trabajo que realiza un meteorito (con toda su energía) durante su paso por la atmósfera consiste en sacudir de manera muy violenta las moléculas del gas. Como la temperatura no es más que un reflejo de lo rápido que se mueven las moléculas que componen un objeto, el choque del meteorito contra la atmósfera comprime y calienta el aire frente a él. La temperatura aumenta tanto que el aire se vuelve incandescente y, además, provoca que se expanda y produzca ondas de presión. El fenómeno es tan violento, que incluso es posible que el meteorito explote en la atmósfera.

Pero, claro, los meteoritos no se van a deformar mucho ante estas fuerzas porque son cuerpos rígidos. En su lugar, la estructura del meteorito acumulará tensiones en sus imperfecciones hasta que su punto más débil se desmorone ante la presión. Es entonces cuando, toda la tensión acumulada en el material se libera de golpe, produciendo la explosión. El proceso se puede visualizar mejor con una pila de monedas: si las apilamos de manera que queden perfectamente alineadas y luego comprimimos el montón entre los dedos, la estructura aguantará perfectamente la presión pero, si una de las monedas está mal alineada y aplicamos demasiada presión sobre el sistema, saldrá disparada y el resto de monedas caerán tras ella.

Un meteorito suficientemente grande o resistente no reventará al entrar en contacto con el aire. Si el meteorito sobrevive a su accidentado viaje a través de la atmósfera, entonces llegará hasta el suelo y realizará tanto trabajo como la energía que le quede le permita.

Cuando un meteorito se estrella contra la superficie (a velocidades de varios kilómetros por segundo), el aire se comprime muchísimo frente a él, por lo que se calienta hasta temperaturas tremendas y se expande, formando una onda de choque. En el momento en el que toca la superficie, también comprime violentamente la roca, lo que provoca otra onda de choque que se propaga a través del suelo. La presión y la fricción generadas calientan todo el material hasta temperaturas que pueden vaporizar la roca y, como podréis imaginar, de todo este desastre sale despedida una gran cantidad de materia, ya sea en forma de trozos de roca de distintos tamaños, polvo o gas.

Y aquí está finalmente la respuesta a la incógnita de hoy: la inmensa mayoría de los cráteres son redondos porque el impacto de un meteorito se parece más a una explosión que a un choque. Dicho de otra manera, la energía liberada durante el impacto es tan enorme en comparación con lo que pueden soportar los materiales involucrados en la colisión que poco importan la velocidad y la trayectoria que llevara el meteorito, porque las ondas de choque generadas tanto en el aire como en el suelo se expandirán de manera simétrica en todas las direcciones, dando la forma circular al cráter.

Fuente: https://cienciadesofa.com/2016/08/por-que-los-crateres-son-casi-siempre-redondos.html