La razón por la que su pelo es liso o rizado no es algo sencillo, ni trivial. Por un lado, el tipo de formato capilar es tan potente como para amargar psicológicamente parte de la adolescencia y juventud de cualquier chaval, bien porque su imagen a lo afro le hace ser el diferente del grupo, por ejemplo, o porque su melena lacia es incompatible con lucir un peinado con gracia y volumen. Por otro lado, he aquí lo que nos interesa, detrás de un solo pelo se esconde un batallón de intrigantes circunstancias biológicas, genéticas y fisiológicas que explican por qué una fibra capilar puede ser curvada o recta.
A modo de curiosidad diremos que según los datos que difunde la empresa estadounidense de genómica nutricional GB HealthWatch, basados en las investigaciones de los doctores del Instituto de Investigación Médica de Queensland (Australia), el 45% de la población caucásica en Europa tiene el cabello liso, otro 40% lo luce ondulado, y un 15% pertenece al grupo de lo que popularmente se conoce como rizo cerrado. Por el momento, lo que la ciencia cuenta al respecto es que el hecho de pertenecer a una categoría u otra, de forma natural, depende de tres elementos interrelacionados.
“La predisposición genética y los factores internos que heredamos de nuestros antepasados son los que hacen que una persona nazca con el pelo liso o con el pelo rizado”, comenta la doctora Xenia Vorobieva, dermatóloga estética. En gran medida, como apunta la experta, son estos genes los que van a determinar casi todo. Concretamente, uno con nombre propio: TCHH. Es el que genera la proteína Tricohialina, presente en las células que conforman cada folículo y que, por tanto, tiene mucho que decir a la hora de dar resistencia y forma a la raíz del pelo. Porque el folículo también es clave, pero esto lo explicaremos más adelante. Con respecto al TCHH el gran descubrimiento llegó en 2009, cuando los mencionados científicos del Instituto de Investigación Médica de Queensland hallaron que una mutación de este gen era responsable de la formación del pelo rizado entre un porcentaje de la población europea. Su presencia en el ADN de cada persona marcaba la diferencia entre quienes tenían la cabellera lisa y los que la lucían rizada.
Como decíamos, la existencia del gen TCHH y la cantidad de Tricohialina están directamente vinculadas a otro factor importante: los folículos pilosos, esas pequeñas cavidades donde nace el pelo. Su tamaño y sobre todo la forma de su abertura al exterior determinará el grosor de cada cabello y su aspecto final. “La creencia general es que una fibra rizada viene de un folículo rizado. Es decir, que si el folículo está curvado, hace que la fibra recién formada se curve hacia esa forma, dando lugar al rizo”, comenta Jeni Thomas, química y directora científica. Hay que tener en cuenta que la fibra o pelo, como recuerda la propia Thomas, “se forma en la base del folículo, dentro del cuero cabelludo, y pasa por un proceso de endurecimiento antes de que emerja para convertirse en la fibra o pelo tal y como la vemos”. A medida que el pelo crece va subiendo por el interior del folículo, y según cómo sea el orificio al exterior, el pelo adoptará una forma u otra. En folículos con el perímetro circular, el pelo será liso; mientras que aquellos cuya forma es achatada, asimétrica o elíptica darán lugar a rizos y ondas.
En este intrincado sistema genético de células y cadenas moleculares nos encontramos también con un tercer elemento imprescindible: la queratina. Su particular composición en cada individuo impondrá que la naturaleza del pelo sea lisa, rizada u ondulada. El proceso es el siguiente. La queratina es una proteína fibrosa con estructura helicoidal que se une entre sí a través de puentes o enlaces de disulfuro, formando largas cadenas resistentes. El caso es que dependiendo de cómo estén organizados estos enlaces, el pelo será más rizado o más liso. Si se unen de una manera recta, el pelo será lacio. Pero si la conexión es en diagonal o asimétrica, el cabello coge la forma rizada. Por otra parte, la presencia en mayor o menor medida de esta queratina también afecta para que el pelo sea fino o fuerte. “La proteína es el principal componente para dar fuerza al cabello. El fino tiene un 50% menos de proteínas que el pelo grueso. Por eso, un pelo lacio tiende a ser más flexible, lo que hace que se caiga recto con facilidad, sea más débil y más propenso a la rotura y a las puntas abiertas. También tiene menos probabilidades de mantener un peinado en comparación con un cabello de fibra más gruesa”, explica la científica especializada en asuntos capilares, Jeni Thomas.
Rizado vs liso
Si bien a nivel estético ninguno es mejor que otro, es cierto que las características propias de cada pelo definen uno pros y unos contras a tener en cuenta. Por ejemplo, es más fácil que un cabello liso sea también muy fino, con menos queratina y, por lo tanto, débil y más sensible a la caída y a las consecuencias de ciertos factores externos que alteran la salud capilar, “como el estrés, la polución, las condiciones nutricionales, labores y sociales o el tabaco”, afirma la doctora Vorobieva. Por otro lado, como especifica Jeni Thomas, “el pelo rizado a menudo se siente seco, ya que en comparación con una fibra recta, se necesita más tiempo para que los aceites del cuero cabelludo se muevan hacia abajo e hidrate bien toda la fibra”. Por eso, en este sentido, requiere más cuidados, el uso de productos hidratantes específicos, y peinarlo con mimo, preferiblemente cuando esté húmedo, ya que en seco, por la estructura multidireccional de la queratina, sería más fácil dañarlo y romperlo.
¿Y qué pasa si tenemos el pelo ni muy fino ni muy rizado, pero sí grueso? Su alto contenido de proteínas hace que su estructura interna sea más fuerte, cierto, y esto podría parecer una ventaja, pero como anota Thomas, “por eso mismo tiende a ser más rígido, menos recto y por lo tanto requiere más trabajo que el cabello fino para crear un estilo suave. Además, tiene una superficie más rugosa que puede llegar estar seca y áspera, y es un tipo de pelo más propenso al encrespamiento llegando a absorber hasta un 40% más de humedad que el cabello fino”. En definitiva, nunca llueve a gusto de todos y el pelo es, sin lugar a dudas, un magnífico ejemplo.
Fuente: https://elpais.com