No todos los héroes usan capa, algunos llevan sombrillas…

Sufrió el escarnio de sus paisanos, fue insultado y hasta le arrojaron basura. había regresado de un viaje a Francia a principios de 1750, y fue el primero en llevar un paraguas por las lluviosas calles de Londres.

La gente estaba indignada. Gritaban y se burlaban de Hanway a su paso. Otros simplemente miraban pasmados. ¿Quién era aquel extraño hombre al que parecía no importarle estar cometiendo un pecado social?

Eran unos tiempos y un lugar en el que los paraguas eran estrictamente tabú. En la mente de muchos británicos , el uso de paraguas era síntoma de debilidad de carácter, particularmente entre los hombres. Pocas personas se atrevieron a ser vistas con un aparato tan detestable y afeminado. Llevar un paraguas cuando llovía era incurrir en ridículo público.

Los ingleses lo consideraban un artefacto demasiado afrancesado, ya que allí, llegado del lejano Oriente, mantuvo durante siglos a los nobles protegidos del sol. El paraguas -para la lluvia- había comenzado a usarse en Francia a principios del siglo XVIII cuando el comerciante parisino Jean Marius inventó uno, ligero, plegable, y con materiales impermeabilizantes.

En 1712, la princesa francesa Isabel Carlota compró uno de los paraguas de Marius. Poco después, se convirtió en un accesorio imprescindible para las damas de todo el país.

Jonas Hanway, siempre terco, prestó poca atención al estigma social. Los más perjudicados por esta moda serían los comerciantes y los taxis (carruajes de caballos). Los negocios vendían más en los días de lluvia, pues la gente se resguardaba en ellos. Y los carruajes iban provistos de una lona protectora, con lo cual la demanda era más alta.

Temiendo una bajada drástica de sus ingresos, muchos conductores arreciaron violentamente contra Hanway. Según la revista de historia británica Look and Learn, cuando lo veían pasar le arrojaban basura. En una ocasión, un conductor incluso quiso atizarlo con su látigo. Hanway reaccionó usando su paraguas para “darle al hombre una buena paliza”.

A la muerte de Hanway en 1786, el uso del paraguas estaba ya casi extendido. En los días de lluvia, cada vez se veían más personas caminando por las ciudades y pueblos sosteniendo sus sombrillas de forma orgullosa y sin miedo. Todo gracias a un valiente que desafió las normas sociales de la época.

Fuente: http://hdnh.es

Author: Raiden

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