La valla…
En Melilla se levantó hace tres lustros un muro ‘infranqueable’ que pretendía “impermeabilizar” los límites terrestres de la ciudad autónoma con Marruecos.
La valla de Melilla es en esencia una alambrada metálica; una barrera física de separación entre Marruecos y el enclave español, cuyo único propósito es dificultar o impedir la inmigración irregular. Está fabricada de alambre de acero y su coste inicial fue de unos 33 millones de euros. Comenzó a levantarse en 1998, primero como una sola valla y finalmente como dos barreras paralelas de tres metros de altura, que fueron recrecidas hasta los seis metros en 2005, tras la llamada ‘Crisis de la Valla’.
Estos muros metálicos, con una longitud de 10,8 kilómetros, no son el límite real entre España y Marruecos. Fueron construidas en terreno español bordeando la carretera ML-300, conocida como ‘de circunvalación’. Según palabras del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, la valla marca el límite “jurídico-político”, pero no el “geográfico-topográfico”, del territorio melillense.
Desde Marruecos, el inmigrante que pretende entrar en Melilla debe primero atravesar una carretera perimetral que el gobierno alauí está terminando de construir. Después, se encuentra con una doble alambrada de espino, a la que sigue una zanja de tierra de dos metros de profundidad y cuatro de anchura, y finalmente una pista de seguridad repleta de miembros de las Fuerzas Auxiliares y puestos de vigilancia. Todo esto antes de toparse con la valla colocada por España.
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