Irena Sendler y el Premio Nobel de la Paz…
Hace ya tiempo comentábamos por estos lares el más que cuestionable Premio Nobel de la Paz 2007 otorgado a Al Gore. Este sinsentido como muchos otros aparentemente se producía por falta de candidaturas dados los tiempos que corren, ya que Alfred Nobel había especificado en su testamento que el Nobel de la Paz debía de ser para la persona que hubiese trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz, cosa bastante distante de «el cambio climático»… Pero no era así, existían otros candidatos «reales»:
«La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad.»
Irena Sendler, quien salvó a 2.500 niños del Gueto de Varsovia.
Irena Sendler, conocida como «El Ángel del Gueto de Varsovia», fue una enfermera y trabajadora social polacacatólica, que durante la Segunda Guerra Mundial ayudó y salvó a más de dos mil quinientos niños judíos prácticamente condenados a ser víctimas del Holocausto, arriesgando su propia vida. Fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 2007, aunque finalmente recayó en Al Gore por su contribución a la reflexión y acción mundial contra el cambio climático (sic). Sin embargo, fue reconocida como Justa entre las naciones y se le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca (Order Orła Białego).
Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, el cual llevaba los comedores comunitarios de la ciudad. Allí trabajó incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías como católicas. Gracias a ella, estos comedores no sólo proporcionaban comida para huérfanos, ancianos y pobres sino que además entregaban ropa, medicinas y dinero.
En 1942 los nazis crearon un gueto en Varsovia, e Irena, horrorizada por las condiciones en que se vivía allí, se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. Ella misma lo cuenta:
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