¿Tanto tienes tanto pagas? Ya no…
Hace unos días confirmábamos de mano de Solbes la supresión del gravamen del Impuesto sobre el Patrimonio, que según el mismo supondrá un ahorro para los contribuyentes de 1.800 millones de euros. Llamativo que medidas de derechas sean tomadas por la «izquierda».
Pero veamos cuánto hay de cierto en todo esto. Tradicionalmente la política fiscal se basaba en tres impuestos. Uno sobre la renta, otro sobre el patrimonio y otro indirecto (el famoso IVA). Los dos primeros eran progresivos –es decir, el porcentaje de lo que se paga es mayor en función del total sobre el que se paga- y el último no. Por hablar muy gráficamente, el Impuesto sobre la Renta iba en función de lo que se ganaba y el del patrimonio sobre lo que se tenía.
La idea era que la finalidad de redistribución social de la política fiscal se concretaba en redistribuir los recursos no sólo desde los que ganaban más a los que ganaban menos sino también de los que más tenían a los que no tenían nada. En suma, se trataba de gravar no sólo a los que se iban haciendo ricos sino –cosa muy importante, teniendo en cuenta el punto de partida- a los que ya lo eran. He de aclarar primero que este programa redistribuidor y progresivo no era el delirio programático de un radical de izquierdas, sino que era ni más ni menos que el pactado en nuestra vigente Constitución Española, la que no paramos de defender, celebrar, glosar… todo menos cumplir.
Pero daba igual lo que dijera la Constitución, como existe un lugar fantástico llamado Bruselas en el que los Gobiernos Europeos tienen la capacidad de legislar sin que los Parlamentos, las opiniones públicas o lo que queda de Medios de Comunicación les molesten, pues allí se fueron a acordar una política fiscal que sólo permitiera subir los impuestos indirectos, es decir, el IVA, es decir, el único proporcional. Lo de Bruselas es una cosa de cuento de hadas: resulta que el ministro va por allí por las mañanas con sus colegas y allí deciden cuanto quieren sitiados por un ejército de lobbys y sin ningún control democrático, y ese mismo ministro llega por la tarde a su país diciendo que no les queda más remedio que aplicarlo, es decir, aplicar lo que ha decidido Europa…
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