La aristocracia europea…
Comenzaron intentándolo «por las buenas», con la Constitución Europea o Tratado de Roma, voto España «casualmente» la primera, y como era previsible salió el «SÍ» airoso, respaldado por una irrisoria participación.
Después le llegó el turno a Francia y Holanda, que concienciados de jugarse algo más allá que una eurocopa, la echaron por los suelos con una alta participación. Se acababa el sueño europeo.
Pero las cosas no podían quedar así, por lo que sigilosamente surgió el Tratado europeo de Lisboa, mediante el cual los líderes europeos renunciaban a construir una comunidad de ciudadanos, optando por una asociación de estados (mismo texto, pero sin votaciones populares).
Y de nuevo un varapalo, Irlanda tiene la osadía de consultar a sus ciudadanos y el NO sale vencendor.
Y entonces se producen reacciones de lo más variopintas…la propuesta de que el parlamento irlandés ratifique el Tratado si su Justicia no se opone, intentos de «comprar» a Irlanda con mayores privilegios europeos, mientras Portugal opina que no hay que someter los tratados nunca a referéndum o España afirma que el Tratado debe seguir adelante, sin importar el no de Irlanda.
Sentémonos y dejemos que decidan los aristócratas por nosotros, mientras observamos impasibles como Italia intenta exportar sus políticas xenófobas al resto de Europa.
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