Ayer pudimos ver el segundo y último debate entre Zapatero y Rajoy, un claro ejemplo, como diría Felipe Gonzalez, de «política enlatada». Hoy los medios se llenan con encuestas acerca de quién ha sido el vencedor, ávidos de datos para inclinar la balanza lo antes posible a un lado u otro, según convenga. No entraremos a valorarlos, eso queda para cada uno de vosotros, pero resulta interesante hacer una reflexión acerca del debate de forma global:
Existe una clara perdedora tras estos debates, y es la DEMOCRACIA, sí, con mayúsculas. La razón más clara de esto, que el debate ha sido visto por un millón de espectadores menos que el anterior. Recordemos que vivimos en una democracia indirecta o representativa (las decisiones son adoptadas por personas reconocidas por el pueblo), por lo cual parece realmente preocupante ver como el pueblo pierde el interés por lo que hagan o digan los que en un futuro inmediato serán sus representantes.
Cierto es que ha costado 15 años repetir un debate entre ambos candidatos a la presidencia desde aquel 1993 Aznar – González, que desde luego fue infinitamente más interesante (y lo sigue siendo) que los que se terminan de celebrar. Pero… ¿lo que hemos visto es realmente un debate?
Posiblemente el debate como tal solo existió durante algunos minutos del final del «primer tiempo», antes de que entrasen sus asesores durante la publicidad para darle un vuelco al mismo y convertirlo en un aburridísimo monólogo. Supuestamente ambas son personas preparadas profesionalmente para debatir, ya que la política es su trabajo. Por lo tanto deberían de ser un modelo a seguir por todos nosotros a la hora de realizar un debate.
Todos hemos debatido con alguien alguna vez, y desde luego dista infinitamente de lo que se vio ayer. Tiempos cronometrados, monólogos independientes de lo que dijese el adversario, indiferencia cuando habla el contrario, cifras macroeconómicas inteligibles, temas con límites pactados…y el único ápice de debate que existió fue de niños pequeños con el «tú dijiste el primer día en el congreso tal» , «que no, que dijiste cual» …tristísimo.
Al menos aclarar el tema del «dije o no dije» famoso, extraído del diario de sesiones (página 10):
Pregunta Rajoy: Señor Rodríguez Zapatero, ¿cómo valora usted los primeros días de su Gobierno?
Replica Rajoy: …Porque en temas como el IVA, la financiación autonómica —de la que preguntó el señor Durán—, la privatización de Televisión, los 100 euros, el mando único, el cálculo de las pensiones…
Así que parece que algo de economía sí le preguntó, pero en la réplica, no en la pregunta, en fin…como niños.
Concluyendo ya, hacer referencia a que la participación de Llamazares hubiese aportado seguramente un debate más interesante, ya que es un político que se puede permitir ser menos «políticamente correcto» y hubiese ahondado posiblemente en cuestiones más relevantes y no en cifras que se nos escapan de nuestras posibilidades y poco nos aportan, como ocurría ayer en muchos casos.
Como broche final, este texto de Clifor que resume perfectamente en unas pocas lineas el primer debate, siendo perfectamente aplicable también al segundo:
Fui uno de esos gilipollas que se tragó el debate entero. Hubo varios millones de gilipollas como yo y mal de muchos, consuelo de tontos. Ya sabes. Habría que recordarle a los políticos qué significa la palabra debate. Parecían monologuistas del Club de la Comedia. Cada uno por su cuenta. En cuanto a divertimento, Rajoy gana de calle. Sobretodo cuando lee. Parece un cura. Quizá se le haya pegado algo después de tantos años. Rajoy además tiene sus tics y sus gags. Y sus magníficas eses. Es vergonzoso que alguien con tantas carencias comunicativas pueda ser Presidente del Gobierno. Yo lo dudo. Ya me parece vergonzoso que haya siete millones de personas que lo apoyan. Zapatero, en cambio, es el aburrimiento con mayúsculas. ABURRIMIENTO. Mostró un poco más de corazón y se disfrazó de víctima, algo que da mucho rédito electoral. Que le pregunten a Aznar después de la bomba de 1994. Sin embargo, se limitó a hablar del pasado. Hubiera molado un debate constructivo en el que marcar propuestas sobre temas concretos. Pero quizá sea la falta de experiencia y la juventud de nuestra democracia la que impida al gran público ser más exigente con sus políticos. Tenemos lo que nos merecemos. Lo tendrás tú, colega. Lo tendrás tú.
Seamos positivos…siempre nos quedará la opción de proponer un chimpancé como alcalde y que casi salga elegido, como en Río de Janeiro 😉 .