«Testimonios»…

Testimonios es el nombre que reciben los programas de entrevistas con varios casos por episodio, y cuyos invitados suelen ser gente anónima de la calle. Esta semana hemos asistido al asesinato de una mujer supuestamente a manos de su ex novio, tras asistir ambos al archiconocido Diario de Patricia, donde ella le rechazó ante las cámaras. El poder judicial ve indicios de responsabilidad civil por parte del programa.

Buscando como funciona la maquinaria de estos programas para captar a los invitados dimos con este artículo el cual inicialmente puede parecer exagerado y llevado al extremo, pero tras ver los paralelismos con lo ocurrido en el caso anterior se diluyen las posibles dudas:

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«¿Y si te digo, Jonathan, que no estás aquí para hablar de graffittis?». Esta es la pregunta que marca la diferencia entre controlar la situación o ser engullido por ella, entre ser héroe o víctima, entre el homenaje y el escarnio. Es la confirmación de las peores sospechas, que toman voz en la cabeza de Jonathan para gritarle: «¡Eres un pringao! ¡No les des lo que quieren! ¡No muevas un solo músculo de tu cara!». Y todas las esperanzas depositadas en él se esfuman: es un mal caso.

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Hasta hace veinticuatro horas Jonathan no existía, estaba a salvo, pero fue localizado.»¿Sabes cómo se llama nuestro programa de hoy?». Había sido delatado por medio de la más sofisticada expresión de odio fraternal que podía llegar a imaginar. «Pues se llama ‘Estás agotando mi paciencia’.» ¿Merecía él que le pasara algo así? Posiblemente, pero ahora su cerebro no puede permitirse el lujo de entretenerse con diagnósticos. Tiene que dedicar todo su potencial a salir bien parado del envite. «¿Adivinas quién puede querer decirte una cosa así?»

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