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Se enfrentaban el Málaga CF y El Palo en un choque clásico en el fútbol provincial. Corría el minuto 50 y el resultado era favorable a los blanquiazules por 3-1. El colegiado señala un saque de esquina y el malaguista Carlos se dirige a botar el córner. Cuando el balón viaja por el aire camino del punto de penalti, a media altura, en ese mismo instante, en un campo anexo en el que se disputa otro partido, suena el silbato del árbitro que allí pita su correspondiente partido.

Un jugador de El Palo detiene el balón con las manos dentro del área creyendo que el pitido procedía de su colegiado y que la jugada estaba invalidada. Ante el asombro del jugador paleño, el árbitro indica la pena máxima favorable al Málaga. El entrenador visitante le protesta al colegiado la anómala situación pero éste no da su brazo a torcer. Dice que hay que lanzar el penalti y que él no pitó cuando el balón estaba por los aires.

Era el minuto 5 de la segunda parte. El Palo había salido del vestuario, tras el descanso, decidido a acortar distancias en el marcador para intentar entrar en el partido. El penalti parece ser la sentencia definitiva si es que el Málaga acierta con la portería del rival desde los 11 metros. Rafa Verdú Salerno, conocido entre sus compañeros como Rafa, coloca el balón en el punto de penalti y antes de lanzar intercambia una mirada cómplice con su entrenador (Andrés Domínguez). Todos los aficionados apostados en las gradas esperan que Rafa ´enchufe´ el balón fuera del alcance del guardameta paleño. El posible 4-1 suena ya a definitivo.

El colegiado pita y Rafa se va hacia el balón y le pega con el interior del pie raso y muy suave para que el esférico llegue sin problema alguno a las manos del cancerbero paleño. El graderío estalla en aplausos pese a no entrar el balón. El joven Rafa, de tan sólo 11 años, falló el penalti, pero dio una lección de ´Juego Limpio´.

Fuente: www.laopiniondemalaga.es

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