El salvaje oeste aún existe…
Dando por supuesto que todos recordamos ese mítico silbido que no infundía otra cosa que no fuese respeto, el mismo que acompañaba a la añeja cartuchera de Clint Eastwood allá donde fuera, en infinidad de largometrajes como, para atender a paradigma, “El bueno, el feo y el malo» y otros tantos. Genero minimalista donde los haya, desde luego, poco conspicuo pero que sin intención alguna, pudo haber sido cómplice funesto de la tempestad que arrecia sin piedad en las costas del civismo con más hincapié en determinados países que paradójicamente son un claro estereotipo de maneras de vivir. En buena hora llegó la última moda en asignaturas a las aulas; recién sacada del horno se hace llamar educación para la ciudadanía pero como dije antes, en buena hora…
Ya para ubicarnos y ponernos en situación, utilizaré como atrezzo ese, ya más que mítico, místico silbido, un par de plantas rodadoras, rúas de arena, whisky, mujeres y balas, un sheriff de perfilado bigote y el típico bandolero sin escrúpulos para no traicionar el tópico. Tendré en cuenta que, ya desde hace rato, habéis visionado la escena, si no así os lo confieso: un duelo al mediodía en plena calle desierta y un exvoto de pólvora y ceños fruncidos, ¿el final?…Ataúdes de madera. Hasta aquí todo está bien atado y ensayado, todo previsto para el disfrute en su sillón, palomitas en mano, de una del Oeste. Pero como dice un refrán primogénito de este siglo: ¿Qué pasa cuando la realidad supera a la ficción? Pues que nos damos de morros contra las barras y estrellas de alguna que otra bandera.
En un estado donde el derecho a la tenencia de armas de fuego está amparado por la Constitución, donde la venta de armas está en la cúspide y amenaza con el monopolio, donde a comienzos de la década de los noventa se contaban más vendedores de armas que gasolineras, donde conseguir una pistola es tan sencillo como comprar un paquete de tabaco o adquirirla como regalo al abrir una cuenta corriente, ¿qué se puede esperar? Pues, ni más ni menos lo que se podría vaticinar por encima y lo que, como es de lógica, vemos o leemos u oímos en los medios cada vez con mayor frecuencia, titulares en los periódicos como:
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