El eslabón perdido de mi adolescencia…

Me he encontrado con esta reflexión de «Kike» en forma de comentario acerca del vídeo «La España más profunda», y tras leerlo detenidamente he decidido que merecía una entrada propia:

Privilegiado me siento al abrir esta página de comentarios recordando lo que siempre he llamado “mis otros tiempos» donde la ignorancia y el desconocimiento hacían pasto de mi vida como fieros déspotas sin compasión para con mi peculiar forma de entender el mundo, recuerdo cuando rompíamos filas al compás de una capella, supongo que hubiese sido disco de oro en aquellos “maravillosos» años a los que pertenece, himno de toda una generación, mi abuelo bien lo recuerda pero sin lágrimas en los ojos, lo que me lleva a pensar que tal vez existiera cierta nostalgia hacia un futuro más emblemático haciendo lo posible para dejar atrás un presente problemático, un futuro del que aún no tenían conocimiento, por lo que no comparto ese refrán que dice: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer». Cuántas tardes curiosas sin explicación aparente, sin un por qué, entonando el “cara al sol» sin intuir si quiera, a mi parecer, la gravedad del asunto.

Hoy en día la guadaña de la educación y habiendo dejado atrás a la hoz y al martillo, ha segado cualquier vestigio de fanatismo despechado que pudiera apoderarse de mi conciencia en un momento dado y me ha enseñado a devaluar los “países profundos» y que detrás de las banderas, de los himnos y de las fronteras solo hay desigualdad, absoluta miseria e incalculables riquezas que desnivelan la balanza, hambre, ruina e injusticia, un sin fin de status sociales más desfavorecidos que navegan hacia las costas de la esperanza en cayucos y en pateras por un puñado de dólares. Por eso aún me retuerzo en mi lecho cosmopolita al ver escenas más propias de la prehistoria como la del vídeo que me antecede (lo digo porque a este lado del Atlántico Hollywood pasa a llamarse Atapuerca en cuanto al cine de ideas políticas se refiere).

A mi pesar todavía hay gente y no hablo de minorías, que añora esos días de tempestad, algunos porque sembraron su propios vientos y otros, los de mi quinta incluidos, porque ni si quiera saben que es un viento ni una tempestad, nunca lo han vivido, porque confunden los colores y las agujas de sus brújulas bailaron a la hora de inclinarse y a la vez implicarse el día que descubrieron ese epitafio que engloba un sentimiento que creíamos muerto; “Todo por la Patria»…(pero tu sangre es roja amigo, y tu corazón siempre estuvo a la izquierda). E incluso porque hicieron novillos el mismo día que en clase de historia tocaba la guerra civil y sus aledaños. Lástima, otra generación perdida.

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