Coste de oportunidad…

El coste de oportunidad es mi modelo mental favorito. Tomar la decisión en función de la mejor alternativa disponible. Yo, que quería un Golf, decidí quedarme con el Dacia Sandero. Metí la diferencia al bitcoin porque me gusta el upside de las criptomonedas. Prefiero una wallet enterrada en el bosque antes que conducir con calefacción en los huevos. El coste de oportunidad incluye el largo plazo: estoy comprando un ticket para jubilarme a los 40. El Golf, en cambio, sufre depreciación desde el minuto 0. Añádele impuestos y gastos de mantenimiento. Y la preocupación por el rasguño que perturba mi sueño. Todos los coches cumplen la misma función: llevarte del punto A al punto B. Las diferencias marginales en diseño, equipamiento y seguridad no justifican los elevados precios. ¿Sabes qué reduce la accidentalidad? Circular siguiendo las normas. Un Dacia Sandero, sin climatizador, cura todas las gilipolleces. La autoestima sufre con un motor de 80 CV pero esa es buena medicina para lidiar con el tramposo ego. Presentarte a la reunión familiar con el coche más triste, señal inequívoca de inteligencia. Tu primo consultor te considera un perdedor. El mismo retrasado que financió un deportivo a 60 meses para conducirlo por carreteras con límite de 120. Salir de la competición por estatus, fijando tus propias reglas. Cómprate un utilitario rumano. No puedes perder si no juegas el juego.

La señalización es la trampa de la clase media. Esclavos de la novedad constante, en una felicidad con fecha de caducidad. Diferenciemos entre quien no llega final de mes porque no gana lo suficiente y quien no llega a final de mes porque es imbécil. Tú ingresas 4.000 netos. ¿Qué coño haces tirando de tarjeta? Los ricos de verdad, los que no se preocupan por el dinero, llevan un Mercedes de 1999. Sorpresa: no te ganaste su respeto comprando un coche a crédito. Regresa la España del Cayenne porque no hay lecciones en ciclo alcista. Esté preparado cuando llegue la crisis, no puedes permitírtelo si no puedes cubrir la pérdida. Tu vida cambia el día que entiendes que el ahorro compra independencia. El gasto (¡cualquier gasto!) pierde atractivo en el coste de oportunidad, ya nada es imprescindible, excepto tu libertad financiera. No quieres un descapotable que genera apego, solo quieres opcionalidad en un mercado incierto. El lujo, mal entendido, corrompe las almas de los pretendientes. El lujo no es lo que tú crees. El lujo no es un restaurante pretencioso. Ni tampoco un bolso de marca. Ni por supuesto un fin de semana en Baqueira. El lujo es más simple. El lujo es control de la agenda. El lujo es decir lo que piensas. El lujo es libertad de movimientos.

Fuente: https://joantubau.substack.com