Adopciones…

adoptarEntre las múltiples opiniones en forma de comentarios acerca de un libro-guía sobre el embarazo en CPI se encontraba uno que llamaba la atención, ya que aporta un punto de vista diferente al convencional, ahí queda reproducido a ver que os parece:

“Yo escribiría -y, por tanto, estimaría más- una “Guía alternativa al embarazo», pensando naturalmente en las adopciones. En un mundo de más de 6.000 millones de seres humanos, con cientos de millones con vidas en tremendo peligro y precariedad, creo que es mucho más estimable, ética, moral y compensatoria la adopción responsable que el narcisismo genético y la pulsión hormonal de procrear.”

Nostalgia…

nostalgiaTe acuerdas de…aquel tiempo, cuando las decisiones importantes se tomaban mediante un práctico… ‘Pito-pito gorgorito… donde vas tu tan bonito ?…A la era de mi a buela… pim pom fuera!’?

Se podí­an detener las cosas cuando se complicaban con un simple…’No ha valido’ o ¡CASA!.

‘Los errores se arreglaban diciendo simplemente…’Empezamos otra vez’

El peor castigo y condena era que te hicieran escribir 100 veces… ‘No debo..

Tener mucho dinero, solo significaba poder comprarte un helado… o una bolsa de chucherí­as a la salida del cole…

Hacer una montaña de arena, podí­a mantenernos felizmente ocupados durante toda una tarde…

Para salvar a todos los amigos… bastaba con un grito de…’Por mi! Por todos mis compañeros’

Siempre descubrí­as tus más ocultas habilidades, a causa de un ¿A que no haces esto?

No habí­a nada más prohibido que jugar con fuego…

«TONTO EL ÚLTIMO» Era lo único que nos hací­a correr como locos…hasta que sentíamos que el corazón se nos salí­a del pecho…

El ‘poli y ladro’ era solo un juego para el recreo, y por supuesto era mucho más divertido ser ladrón que policí­a…

Los globos de agua… eran la más moderna, poderosa y eficiente arma que jamás se habí­a inventado…

La mayor desilusión… era solo haber sido elegidos últimos para el equipo del cole…

‘GUERRA’ solo significaba arrojarse tizas y bolas de papel durante las horas libres en clase…

Los helados y la leche con galletas constituí­an el grupo de los alimentos básicos y esenciales..

Quitarte las ruedas pequeñas a la bici significaba un gran paso en tu vida….

El mayor negocio del siglo era conseguir cambiar los diez cromos repetidos por el que hacia tanto tiempo que buscabas..

Hacer cabañas con ramas cuando íbamos de excursión al campo nos entretení­a durante horas… hasta que vení­an a avisarnos de que tení­amos que marchar y llorabamos desconsolados…

Todos te admiraban si lograbas cruzar la comba mientras saltabas…

Era un gran tesoro si encontrabas trozos de escayola en los cubos de basura y poder dibujar en el suelo y jugar…

Sentarnos frente al televisor… a las 5 en punto con los ojos desencajados y ver ‘Barrio Sésamo’

Creerte Superman o Supergirl… y ponerte el ‘babi’ del cole a modo de capa mientras subidos en cualquier escalón deseabas con todas tus fuerzas poder volar como ellos…

Todas estas simples cosas… nos hací­an felices, no necesitábamos nada más…. un balón, una comba y dos amigos con los que hacer el ganso durante todo el dí­a…

Y a pesar de todo ello ansiábamos ser mayores… 😉

Fuente: Correo electrónico (Chony)

Las tres rejas…

rejasEl joven discípulo de un sabio filósofo llega a casa de éste y le dice:

-Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…

-¡Espera! lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

-¿Las tres rejas?

-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

-No. Lo oí comentar a unos vecinos.

-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

-No, en realidad no. Al contrario…

-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

-A decir verdad, no.

-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, enterrémoslo en el olvido.

Fuente: www.wadalbertia.org

¿Tienes tiempo para cambiar el mundo?

De la mano de nilibreniocupado está interesante reflexión:

Ayer mismo una usuaria de mi taxi comenzó a enumerarme todas las injusticias que, a su modo de ver, sufría este mundo. Su listado coincidió tanto con el mío que, en un arranque de valentía, frené en seco el taxi cortando la calle y dije:

– Si unimos nuestras fuerzas, usted y yo podríamos cambiar el mundo.

La mujer, impasible, miró su reloj y me dijo:

– Ahora no puedo. Tengo cita con mi dermatóloga. Hoy toca limpieza de cutis.

Y ahí quedó todo. No tuve más remedio que continuar la marcha y dejarla en su destino.

Luego comencé a pensar en salvar a este mundo de todos sus males yo solo. Pero entonces me acordé que esa misma mañana tenía que hacer un ingreso en mi cuenta bancaria, para que el pago de la hipoteca no me dejara en números rojos; y luego me acordé también de aquella serie que emite La Sexta esta noche, ‘The Office’, que nunca me la pierdo y de llevar el taxi a la ITV mañana por la tarde. En fin, que tendría que dejarlo para la semana que viene.

O mejor, para el mes que viene.

Idiota…

Idiota, del griego (idio (propio) > idiotez,ιδιωτης) era el término por el cual los antiguos griegos llamaban a los ciudadanos que, como tales, poseían derechos, pero que no se ocupaban de la política de su polis, es decir, personas aisladas que ignoraban los asuntos públicos, sin nada que ofrecer a los demás y obsesionados por las pequeñeces de su casa y sus intereses privados.

Fuente: http://es.wikipedia.org

 

La historia tiende a repetirse…

Posiblemente estemos en mayor o menor medida la mayoría de acuerdo con la siguiente afirmación:

«Nuestros jóvenes de hoy en día aman el lujo, tienen pésimos modales y desdeñan la autoridad, muestran muy poco respeto por sus superiores y pierden el tiempo yendo de un lado para otro, y están siempre dispuestos a contradecir a sus padres y tiranizar a sus maestros»

Pues bien, sería otra reflexión más sin importancia de no ser porque fue dicha por Sócrates, allá en el siglo IV antes de Cristo. Realmente sorprendente.

Fuente: http://weblogs.madrimasd.org

El salvaje oeste aún existe…

Dando por supuesto que todos recordamos ese mítico silbido que no infundía otra cosa que no fuese respeto, el mismo que acompañaba a la añeja cartuchera de Clint Eastwood allá donde fuera, en infinidad de largometrajes como, para atender a paradigma, “El bueno, el feo y el malo» y otros tantos. Genero minimalista donde los haya, desde luego, poco conspicuo pero que sin intención alguna, pudo haber sido cómplice funesto de la tempestad que arrecia sin piedad en las costas del civismo con más hincapié en determinados países que paradójicamente son un claro estereotipo de maneras de vivir. En buena hora llegó la última moda en asignaturas a las aulas; recién sacada del horno se hace llamar educación para la ciudadanía pero como dije antes, en buena hora…

Ya para ubicarnos y ponernos en situación, utilizaré como atrezzo ese, ya más que mítico, místico silbido, un par de plantas rodadoras, rúas de arena, whisky, mujeres y balas, un sheriff de perfilado bigote y el típico bandolero sin escrúpulos para no traicionar el tópico. Tendré en cuenta que, ya desde hace rato, habéis visionado la escena, si no así os lo confieso: un duelo al mediodía en plena calle desierta y un exvoto de pólvora y ceños fruncidos, ¿el final?…Ataúdes de madera. Hasta aquí todo está bien atado y ensayado, todo previsto para el disfrute en su sillón, palomitas en mano, de una del Oeste. Pero como dice un refrán primogénito de este siglo: ¿Qué pasa cuando la realidad supera a la ficción? Pues que nos damos de morros contra las barras y estrellas de alguna que otra bandera.

En un estado donde el derecho a la tenencia de armas de fuego está amparado por la Constitución, donde la venta de armas está en la cúspide y amenaza con el monopolio, donde a comienzos de la década de los noventa se contaban más vendedores de armas que gasolineras, donde conseguir una pistola es tan sencillo como comprar un paquete de tabaco o adquirirla como regalo al abrir una cuenta corriente, ¿qué se puede esperar? Pues, ni más ni menos lo que se podría vaticinar por encima y lo que, como es de lógica, vemos o leemos u oímos en los medios cada vez con mayor frecuencia, titulares en los periódicos como:

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Perdón por ser viejo…

Puestos ya en reflexiones, inevitable está última de elmundo.es:

No es que quiera estorbarles subiendo una escalera, es que no puedo ir más deprisa.

No es que quiera hacerles perder su tiempo en la cola de una ventanilla, es que mi mente ya no es tan rápida como la suya y tardo en enterarme de las cosas.

No es que quiera molestarle cuando le dirijo la palabra en un parque, es que, a veces, la soledad pesa demasiado y busca uno unas migajas de conversación para poder soportar la soledad de la noche pensando en ellas.

No es que quiera hacerle daño a sus hijos si les hago una caricia, es que los recuerdos de otro tiempo, de los míos, se me agolpan.

Por favor, perdónenme para cuando sea viejo.

Las cosas siempre han sido así…

Vía errellana llega esta interesante reflexión, perfectamente aplicable a los tiempos que corren:

Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a palos. Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas.

Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.

Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería: «No se, las cosas siempre se han hecho así aquí…»

“No sé que es, pero me falta algo»

Quizá sean delirios de grandeza, o quizá no… Por eso deseo compartir mi tan cuestionado enigma, algo que en un principio me llevó a adoptar una postura burlesca e incrédula, con ciertas pinceladas de escepticismo pero que en un presente, digamos que por diversos indicios y acontecimientos inconcebibles entre los confines de mi existencia, me ha llevado a cavilar en los aposentos de mi intelecto, una posibilidad remota que tal vez no sea tan descabellada como parece. Y es que en mi tortuoso y dilatado letargo al que hago llamar vida, he llegado a comprender que hay ciertos credos que pasan inadvertidos a nuestros ojos por el simple hecho de que son una pizca antagónicos a nuestra perspectiva de la realidad, la misma que interpreta el mestizaje entre el consciente/subconsciente, o porque resultan ser intolerantes ante nuestro conocimiento. En muchas ocasiones nos hacemos invidentes ante lo que se ve a simple vista, tal vez por miedo o desconfianza.

Lo que venía diciendo es que desde hace ya tiempo experimento una sensación que palpita entre mis enaguas y que nada tiene que ver con la plenitud, un sentimiento que se puede traducir en algo así como; “No se qué es, pero me falta algo». Quizá sea consecuencia del tedio o pasa por ser dependiente de una vida cotidiana, de la monotonía del día a día. Puede que se trate de una crisis espiritual o que soy excesivamente extravagante por naturaleza, no lo descarto pero a la vez me percato, a raíz de una conversación que mantuve la otra noche con cierta persona, de que esa emoción, por llamarlo de algún modo, es más común de lo que creía. Busque para solventar mi duda y en un momento dado encontré unas palabras de un escolástico más bien que mal conocido; Santo Tomas de Aquino, que no me dejaron indiferente: “Solus Deus voluntatem hominis implere potest», que traducido al castellano significa que solo dios puede llenar la voluntad del hombre, lo que da a entender que ninguno de los bienes que nos rodean y que en la vida terrenal podemos alcanzar podrá llenar las aspiraciones de nuestra mente. Quizá lo parezca pero no pretendo hacer una amalgama entre cuestiones paladinas de fe y argumentos cabalísticos y así crear un término ambiguo, pero cierto es que existe un nexo de unión incluso palpable.

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El eslabón perdido de mi adolescencia…

Me he encontrado con esta reflexión de «Kike» en forma de comentario acerca del vídeo «La España más profunda», y tras leerlo detenidamente he decidido que merecía una entrada propia:

Privilegiado me siento al abrir esta página de comentarios recordando lo que siempre he llamado “mis otros tiempos» donde la ignorancia y el desconocimiento hacían pasto de mi vida como fieros déspotas sin compasión para con mi peculiar forma de entender el mundo, recuerdo cuando rompíamos filas al compás de una capella, supongo que hubiese sido disco de oro en aquellos “maravillosos» años a los que pertenece, himno de toda una generación, mi abuelo bien lo recuerda pero sin lágrimas en los ojos, lo que me lleva a pensar que tal vez existiera cierta nostalgia hacia un futuro más emblemático haciendo lo posible para dejar atrás un presente problemático, un futuro del que aún no tenían conocimiento, por lo que no comparto ese refrán que dice: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer». Cuántas tardes curiosas sin explicación aparente, sin un por qué, entonando el “cara al sol» sin intuir si quiera, a mi parecer, la gravedad del asunto.

Hoy en día la guadaña de la educación y habiendo dejado atrás a la hoz y al martillo, ha segado cualquier vestigio de fanatismo despechado que pudiera apoderarse de mi conciencia en un momento dado y me ha enseñado a devaluar los “países profundos» y que detrás de las banderas, de los himnos y de las fronteras solo hay desigualdad, absoluta miseria e incalculables riquezas que desnivelan la balanza, hambre, ruina e injusticia, un sin fin de status sociales más desfavorecidos que navegan hacia las costas de la esperanza en cayucos y en pateras por un puñado de dólares. Por eso aún me retuerzo en mi lecho cosmopolita al ver escenas más propias de la prehistoria como la del vídeo que me antecede (lo digo porque a este lado del Atlántico Hollywood pasa a llamarse Atapuerca en cuanto al cine de ideas políticas se refiere).

A mi pesar todavía hay gente y no hablo de minorías, que añora esos días de tempestad, algunos porque sembraron su propios vientos y otros, los de mi quinta incluidos, porque ni si quiera saben que es un viento ni una tempestad, nunca lo han vivido, porque confunden los colores y las agujas de sus brújulas bailaron a la hora de inclinarse y a la vez implicarse el día que descubrieron ese epitafio que engloba un sentimiento que creíamos muerto; “Todo por la Patria»…(pero tu sangre es roja amigo, y tu corazón siempre estuvo a la izquierda). E incluso porque hicieron novillos el mismo día que en clase de historia tocaba la guerra civil y sus aledaños. Lástima, otra generación perdida.

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Compañeros de viaje…

Me tomo de nuevo el lujo de realizar un copy/paste del blog de Clifor para compartir esta entrada:

Llegué a casa y encontré una carta procedente de América:

Si eres capaz de ponerte delante de los tanques. Si cantas tu canción pese a que te manden callar. Si una pistola no logra bajar un puño en alto. Si tus lágrimas no son de rendición sino de injusticia. Si tus manos sangran por resistir. Si no importa estar más arriba sino más cerca. Si el miedo no te impide seguir luchando. Si no moldeas los sueños para acomodarlos a la edad. Si escuchas las mismas canciones de hace diez años y te sigues emocionando. Si correr no es lo mismo que huir. Si tus armas entrasen en una mochila, entonces, tienes un sitio en mi coche verde frente a la tienda de ultramarinos. Allen también viene.

Discurso de Steve Jobs…

Hace tiempo, antes de crear este blog, descubrí gracias al blog de Sgrigno un vídeo de Steve Jobs, fundador de Apple en el que les da un discurso de bienvenida a los estudiantes de una universidad.

Dicho discurso es un resumen de su vida, de las distintas etapas, y de los hechos que le han marcado, creo que no tiene ni un solo segundo de desperdicio:

Envejecimos a golpe de fin de semana creyendo haberlo vivido todo…

Me tomo para la entrada de hoy la licencia de coger prestado del blog de Clifor el siguiente texto, una reflexión sobre la adolescencia con la cual en mayor o menor medida creo que la mayoría podemos sentirnos identificados:

Fue entonces cuando todos teníamos las zapatillas del anuncio aunque ninguno éramos capaz de saltar tan lejos como él. El tiempo entre unas olimpiadas y otras era demasiado corto. Todo era demasiado fácil. España cayó en cuartos otra vez. Fue el primer partido que no vi con mi padre. Estaba en un bar. Luego alguien sacó un cigarrillo y a escondidas dábamos un par de caladas. Después mi madre se dio cuenta de que le faltaba tabaco pero en clase tener un cigarrillo o dos era motivo de liderazgo. Llegamos a un punto de no retorno. Los discos de rock eran todos copias unos de otros. Los buenos guitarristas comenzaron a caer como moscas. Ningún futbolista tenía ya bigote e incluso ciudades pequeñas como la mía se permitían el lujo de organizar grandes espectáculos. Decía que llegamos a un punto de no retorno. Envejecimos a golpe de fin de semana creyendo haberlo vivido todo. Probamos absolutamente todo. Era el placer de experimentar. Esnobismo. Con los años me di cuenta de que eran otros los que experimentaban con nosotros. Ahora todos teníamos el móvil del anuncio. El peinado de algún futbolista británico. Ahora, digo, me suda los cojones cuando sean las olimpiadas. Es demasiado tarde para regresar.

Fuente: http://perdicioncity.blogspot.com