Harry Potter en Kabul…

harryTed Achilles (Paxton Internacional, USA), con sus 71 años a cuestas, no dudó un instante en plantarse en Dubai el 21 de julio a las tres de la madrugada. Me puse en la cola, nos cuenta, junto a gente de la edad de mis hijos y nietos. Tras 45 minutos de espera Achilles pudo hacerse con medio centenar de ejemplares y, raudo como su célebre homónimo, regresó a la capital afgana. Sus afortunados clientes pudieron disfrutar del libro apenas unas horas después de su presentación oficial en Londres.

Achilles cobró los libros a precio de costo: 35 dólares. Y cómo gastos del servicio a domicilio, tan sólo pidió una donación de libros a la biblioteca de la Universidad Estadounidense de Kabul. Conseguimos alrededor de 100 libros para la universidad, lo que hizo mucha ilusión a la facultad y a nosotros, se congratula el intrépido transportista.

Ahora Harry Potter no sólo está disponible en Afganistán a través de los servicios de Achilles. Se puede encontrar en diversas tiendas y librerías, incluída la de Shah Mohammed Rais, el librero de Kabul que consiguió mantener abierto su negocio y montar una red de contrabando de libros bajo el régimen talibán. Harry Potter, nos cuenta, se vende poco. Su extrañeza, su alto precio, y los alarmantes índices de analfabetismo (de un 70%) no lo han hecho tan popular como en el resto del mundo.

Shah Mohammed es una figura privilegiada a la hora de explicar los choques culturales que se producen en su región, y se muestra especialmente escéptico con el fenómeno Potter. El librero de Kabul no cree que aporte mucho a la rica tradicíón de cuentos mágicos árabes, persas e indoarianos que forman parte del acervo afgano:

«Los cuentos de Amir Arsala, escritos en el imperio persa del que Afganistán entonces formaba parte, eran muy populares hace dos o tres generaciones. Esos cuentos mágicos eran leídos en grupos durante festivales y encuentros entre clanes.»

Harry Potter y el librero de Kabul se han encontrado en la tierra de nadie entre dos mundos. La tradición por un lado, la globalización por el otro. Es bueno que no haya barreras para la expresión y el pensamiento. Pero por otro lado, lo nuevo no es forzosamente mejor. A menudo sólo es más estruendoso, un poderoso aniquilador de la excepcionalidad. Me hace pensar en las ruinas mesopotámicas pulverizadas bajo las orugas de los tanques y perforadas por sondas petrolíferas. En ocasiones no hay nada tan innovador como recordar.

Lo que es cierto es que toda prohibición a la natural expansión de la cultura está condenada al fracaso, como demuestra Shah Mohammed al mostrar al sorprendido periodista un ejemplar de Harry Potter en persa… impreso en Irán. Imaginad los espumarrajos que echaría Ahmadineyad por la boca de enterarse…

Fuente: www.papelenblanco.com

Author: Raiden

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